miércoles, 17 de junio de 2015

Jean- Paul Didierlaurent- El lector del tren de las 6.27h. Una crítica.




A veces apetece leer un libro del que no tienes absolutamente ninguna referencia. Desde que me regalaron El lector del tren de las 6.27h, lo tenía en un estante y entre la curiosidad que me despertaba el título y la cara de buena gente del chico de la portada, con sus enormes ojos y su peinado pasado de moda, mirándome fijamente cada vez que pasaba por delante, no me quedó más remedio que leer el libro con rapidez.



El protagonista del libro se llama Guylain Vignoles, desafortunado nombre que en la escuela provocó su perenne apodo Vil Giñol. Ante la burla constante que recibía, el protagonista decide limitarse a pasar desapercibido. Propósito llevado a cabo con tal ahínco que ya de adulto ha reducido su vida a mínimos: vive con un pez de colores que cuando muere sustituye por otro al que da el mismo nombre, detesta su trabajo -él que ama los libros se dedica a destruirlos para reciclar su papel- además de tener que soportar a su estúpido y gordo jefe y al fascista botarate que tiene por ayudante.



Con el transcurrir de las páginas, Guylain nos cuenta el odio que siente por el monstruo, la inmensa y voraz máquina que convierte los libros en pasta mojada y él, como pequeña rebelión, rescata páginas que han quedado incólumes para leerlas el día siguiente, en voz alta, en el tren que le lleva al trabajo ante los oídos expectantes del resto de viajeros. Conocemos a sus amigos, el vigilante Yvon que solo habla en alejandrino y a Giuseppe, su antecesor en el cargo hasta que el monstruo le mutiló, y con quien pasa la mayor parte de su tiempo libre. Pero un día, el hallazgo de unos escritos anónimos provocará que algo empiece a removerse dentro suyo impulsándole a romper con su letargo vital.



El libro tiene unas escasas 200 páginas que se leen con rapidez. La delicada manera en que el autor, Jean- Paul Didierlaurent, nos narra la anodina cotidianeidad del protagonista convierte la lectura del libro en gratificante, evitando en todo momento que su aparente sencillez derive en aburrimiento. Los personajes que pueblan la novela, por momentos delirantes y siempre entrañables, nos conquistan precisamente por sus grandes carencias. La acción del libro fluye con suavidad, mientras el lector va notando cada vez una mayor corriente de simpatía hacia el Guylain y el mundo que le rodea.  



El lector del tren de las 6.27h es un libro tan modesto como sus pretensiones y no va a cambiar la vida de nadie, pero seguro que provoca más de una esbozada sonrisa de satisfacción al leerlo y sobre todo, no tiene nada que ver con los absolutos tratados de pedantería que se publican continuamente.


Jean- Paul Didierlaurent a la Viquipèdia

Recomendación:
No leer nada de los tertulianos habituales que aparecen, descalificando continuamente, en los programas de televisión.
Si eres escritor, elige un nombre corto. Si por cualquier motivo tu nombre es largo, titula a tus libros con dos palabras máximo, y que no sean adverbios.

Mientras escribía esta reseña he escuchado el hipnótico Mudai 4 de los maravillosos Downy, el intenso Moriréis en Camboya de los injustamente desconocidos Autumn Comets y el mordaz LPIV de Los Punsetes.

2 comentarios:

  1. Este libro me tiene desconcertada, porque sí que he visto unas cuantas referencias de él, muy contradictorias. Pero me llama la atención, así que es fácil que con el tiempo termine por leerlo, cuando ya no espere nada de él.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Acércate a él sin expectativas y te gustará. Es un libro poco trascendental pero de eso ya hay demasiada en nuestro mundo.

      Eliminar