A veces apetece leer un libro del
que no tienes absolutamente ninguna referencia. Desde que me regalaron El
lector del tren de las 6.27h, lo tenía en un estante y entre la curiosidad que
me despertaba el título y la cara de buena gente del chico de la portada, con
sus enormes ojos y su peinado pasado de moda, mirándome fijamente cada vez que
pasaba por delante, no me quedó más remedio que leer el libro con rapidez.
El protagonista del libro se
llama Guylain Vignoles, desafortunado nombre que en la escuela provocó su
perenne apodo Vil Giñol. Ante la burla constante que recibía, el protagonista
decide limitarse a pasar desapercibido. Propósito llevado a cabo con tal ahínco
que ya de adulto ha reducido su vida a mínimos: vive con un pez de colores que
cuando muere sustituye por otro al que da el mismo nombre, detesta su trabajo -él
que ama los libros se dedica a destruirlos para reciclar su papel- además de tener
que soportar a su estúpido y gordo jefe y al fascista botarate que tiene por
ayudante.
Con el transcurrir de las
páginas, Guylain nos cuenta el odio que siente por el monstruo, la inmensa y
voraz máquina que convierte los libros en pasta mojada y él, como pequeña rebelión,
rescata páginas que han quedado incólumes para leerlas el día siguiente, en voz
alta, en el tren que le lleva al trabajo ante los oídos expectantes del resto
de viajeros. Conocemos a sus amigos, el vigilante Yvon que solo habla en
alejandrino y a Giuseppe, su antecesor en el cargo hasta que el monstruo le
mutiló, y con quien pasa la mayor parte de su tiempo libre. Pero un día, el
hallazgo de unos escritos anónimos provocará que algo empiece a removerse
dentro suyo impulsándole a romper con su letargo vital.
El libro tiene unas escasas 200
páginas que se leen con rapidez. La delicada manera en que el autor, Jean- Paul
Didierlaurent, nos narra la anodina cotidianeidad del protagonista convierte la
lectura del libro en gratificante, evitando en todo momento que su aparente
sencillez derive en aburrimiento. Los personajes que pueblan la novela, por
momentos delirantes y siempre entrañables, nos conquistan precisamente por sus
grandes carencias. La acción del libro fluye con suavidad, mientras el lector
va notando cada vez una mayor corriente de simpatía hacia el Guylain y el mundo
que le rodea.
El lector del tren de las 6.27h
es un libro tan modesto como sus pretensiones y no va a cambiar la vida de
nadie, pero seguro que provoca más de una esbozada sonrisa de satisfacción al
leerlo y sobre todo, no tiene nada que ver con los absolutos tratados de pedantería que se publican continuamente.
Jean- Paul Didierlaurent a la Viquipèdia
Recomendación:
No leer nada de los tertulianos habituales que aparecen, descalificando continuamente, en los programas de televisión.
Si eres escritor, elige un nombre corto. Si por cualquier motivo tu nombre es largo, titula a tus libros con dos palabras máximo, y que no sean adverbios.
Si eres escritor, elige un nombre corto. Si por cualquier motivo tu nombre es largo, titula a tus libros con dos palabras máximo, y que no sean adverbios.
Mientras escribía esta reseña he
escuchado el hipnótico Mudai 4 de los maravillosos Downy, el intenso Moriréis en Camboya de los injustamente desconocidos Autumn Comets y el mordaz LPIV de Los Punsetes.
Este libro me tiene desconcertada, porque sí que he visto unas cuantas referencias de él, muy contradictorias. Pero me llama la atención, así que es fácil que con el tiempo termine por leerlo, cuando ya no espere nada de él.
ResponderEliminarUn abrazo
Acércate a él sin expectativas y te gustará. Es un libro poco trascendental pero de eso ya hay demasiada en nuestro mundo.
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