Se han secado los charcos que salpicaban bajo el peso de sus pisadas. El blanco y negro se idealiza casi tanto como los recuerdos deformados, enfermos de ausencia. Tras los tiempos de efervescencia banal me tiendo en el umbral, a un lado del edén, sin hallar flores marchitas. Nuevas versiones; especies mejoradas ocupando remotos nombres olvidados.
Vuelvo a recordar y admirar
Retratos hechos por accidente
De momentos eternos y fotografiados por el azar
Soy capaz de estar quieto y
Tendido en el umbral a un lado del edén
Mudo y sin
Saber que al mirar al otro lado
A veces crecen flores donde antes
Miré y solo
Quedaban las huellas de las pisadas
Sin rumbo en el lodo
Sin rumbo en el lodo
Cada vez que vuelvo a soñar
Desato las miradas de incertidumbre de
Vidas que se
Diluyen en recuerdos inexistentes
A veces veo al tiempo dibujar
Todo el canal
Que habría de cruzar para alcanzarles
Y lloro sin saber
La expresión de sus rostros
Y pruebo a llamarles
Sin saber sus nombres
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