Si os digo la verdad no recuerdo demasiado bien como cayó en mis manos Que me quieras, de la escritora americana Merritt Tierce (con traducción de Zulema Couso). Creo que me la autoregalé por mi cumpleaños dejándome llevar por los epítetos de la faja: devastador, transgresor y absolutamente necesario, incluso con elogio incluído de alguien tan favorito como Donald Ray Pollock. Más el punto positivo que siempre aporta las cuidadas ediciones de Blackie Books.
Marie es una chica muy joven, cercana a alcanzar la mayoría de edad y madre de una niña fruto de un rollo de instituto en la excursión de final de curso. Después de casarse con el padre de la niña, empieza a trabajar de camarera. Es tremendamente joven, ha renunciado a sus sueños universitarios, no tiene instinto maternal, no quiere esta vida e intenta inhibir su insatisfacción vital con una enorme dedicación al trabajo y acostándose con cualquiera que se lo propone.
A los pocos meses su matrimonio se desintegra y ella cambia de ciudad renunciando a la custodia de la niña. Marie es una camarera excelente, cada vez trabaja en mejores restaurantes ganando más dinero mientras no deja de crecer su vacío interior -ahora por no estar con su hija- intentándolo llenar con drogas y sexo casual a los que se entrega de forma casi mecánica, soluciones cortoplacistas que se muestran totalmente insuficientes.
Con Que Me Quieras, su debut como novelista y que tiene ciertos paralelismos con su vida real, Merritt Tierce se revela como una escritora de gran potencia narrativa. Tanto la descripción de las escenas que transcurren en el restaurante; la cotidianeidad laboral de un ecosistema propio donde todo tiene que salir perfecto salpimentado con las anécdotas extravagantes de los clientes, como los frecuentes y variados encuentros sexuales son creíbles y muy visuales, logrando que la novela tengo mucho ritmo y la lectura avance con rapidez.
La estructura de la novela es una sucesión de escenas restaurante- sexo intercaladas con algún flashback para intentar alumbrar la situación de Marie y como ha llegado a esta situación. Y aquí es precisamente donde flojea Que me quieras: el personaje de Marie tiene una profundidad más bien escasa. Su vida es una continua huida de la insatisfacción, principalmente provocada por la ausencia de su hija, pero cuando un compañero le dice que haga algo para mejorarlo (convenio, regular visitas) solo dice: Quiero hacerlo bien, bien -y se queda tan ancha. Si la protagonista tiene este pobre calado psicológico, el resto de personajes que pululan por las páginas no son más que sus propias anécdotas, situaciones efímeras sin ningún poso. Por poner un ejemplo podemos nombrar a El Hombre Horrible, que no acabamos de saber por qué merece este calificativo.
Al no entender las motivaciones de la protagonista -entregarse al trabajo obsesivamente y al sexo mecánico está muy bien pero igual si afrontamos la causa del problema conseguiremos algo más- el andamiaje del libro se resiente convirtiéndose en una sucesión de escenas de restaurante y de encuentros sexuales. Bien narrados y con fuerza pero que acaban aportando poco a la historia por redundantes. Lo que auguro claramente es que si de ella hacen una película tendrá mucho éxito (y más acentuando la vertiente sexual) pero como obra literaria es bastante endeble siendo un entretenimiento que se olvidará con rapidez.
La faja promocional habla de prosa gloriosa afilada como una cuchilla de afeitar sucia. Esto quiere decir que aparece muchas veces las palabras polla, coño y chúpamela. A estas alturas este tipo de comentarios publicitarios son bastante ridículos, aunque reconozco que he tragado el anzuelo.
Que me quieras de Merritt Tierce es un libro entretenido que se lee fácilmente, aunque el escaso calado de sus personajes provoca que deje un recuerdo efímero. No obstante, nos permite descubrir a una escritora poderosa que promete grandes obras en un futuro próximo.
Merritt Tierce en la Wikipedia
Mientras escribía esta reseña he disfrutado del sensacional Andévalo de Beladrone (un disco que no conviene dejar escapar), del synth pop tenebroso de Ductape en su debut Labirent y del majestuosamente gélido Flood Land de The Sisters of Mercy, un disco totalmente adecuado para estos días filomenoicos.
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