viernes, 31 de mayo de 2019

MICHEL HOULLEBECQ - SEROTONINA. Una crítica


En la Diada de Sant Jordi llevaba una lista con los libros que quería comprar. Experiencia, sentido común o simplemente no quedarme colapsado ante tanta oferta. En ella, uno de los valores más firmes era Serotonina de Michel Houllebecq. Lo cierto es que las experiencias previas con el escritor de la isla de Reunión fueron bien diferentes; encantado con Plataforma y decepcionado con La Posibilidad de una Isla. Las Partículas Elementales quedarían en un término medio. Ante esto, Serotonina era una buena oportunidad para reevaluar mis sensaciones con el galo.


Florent-Claude es un burgués de 46 años y está deprimido, triste y desesperanzado. No vive sino que deambula por su existencia. Mantiene una relación con una chica 20 años más joven que él por la que ya tan solo siente indiferencia, hasta el punto de que su presencia le molesta. Toda esta desazón no la mejora el consumo de un nuevo y potente antidepresivo, llamado Captorix (más potente que el omnipresente Prozac y similares), que le provoca impotencia y desaparición del deseo renunciando así al sexo que había sido uno de los poderosos motores de su vida.


Al regreso de una semana de hastiadas vacaciones con su pareja decide dejar atrás su vida y volatilizarse (ya lo decían Los Planetas; si te esfuerzas, puedes desaparecer). Se despide de su trabajo y ya no regresa a su piso sino que se hospeda en un hotel sin informar a nadie. Su nueva rutina consiste en dar paseos por los alrededores y recordar su pasado, especialmente sus escasos amigos y sus fracasadas relaciones de pareja y lamentarse por ello, hasta el punto de intentar recuperar alguna de ellas aunque en su lamentable estado, no deja de ser una evidente utopía.


En Serotonina, el lector acompaña el deambular errático de Florent- Claude. Es oyente de sus fracasadas relaciones amorosas que relata con distanciamiento, testigo de unas inquietudes que mueren casi antes mismo de nacer y acompañante de unos recorridos estériles y sin ninguna finalidad. No es una novela fácil de leer, más bien todo lo contrario; es opresiva y transmite pesadumbre y desesperanza siendo el paralelismo con el estado de ánimo del protagonista más que evidente. Este es precisamente el gran mérito de la escritura de Houllebecq, refleja perfectamente la apatía de Florent-Claude en el desarrollo de la novela que, por momentos, parece que no avance, que no lleve a ningún sitio, exactamente igual que su vida. A pesar de lo dicho, también cuenta con momentos francamente desternillantes; especialmente la descripción de las explícitas escenas sexuales.


Tratándose del francés esperamos que su afilado bisturí diseccione sin piedad y Serotonina no es ninguna excepción. En primer lugar y a pesar de una aparente indulgencia contra el protagonista por tratarse de un hombre enfermo, no deja de mostrarle como un ser extremadamente egoísta y muy machista. Solo piensa en él y se lamenta de sus fallidas relaciones anteriores, pero no por ellas, sino por la vida que él hubiese podido tener. También arremete contra el esnobismo de una clase social media alta y el vacío que envuelve su existencia y que tratar de llenar con novedades. También es ampliamente cuestionada la política agraria y ganadera de la Unión Europea, reflejada pormenorizadamente en el personaje de Aymeric y sus esfuerzos y dificultades para mantener a flote su explotación vacuna ante la política de cuotas lácteas. Por último y más evidente, la crítica a una sociedad occidental dispuesta a adormecerse con calmantes y antidepresivas con tal de no aceptar las frustraciones y rutinas de la vida diaria, tan alejada de los ideales que triunfan en nuestra globalizada sociedad que estimula unos ideales de éxito fácil, rápido y continuado.


Serotonina nos muestra a un Michel Houllebecq sagaz y afilado. Si el lector entra en el juego de acompañar a Florent-Claude y buscar el fondo, obtendrá una recompensa en forma de novela interesante, bien escrita y con lúcidas reflexiones. Si se queda con la forma, posiblemente la encontrará dificultosa y poco gratificante. En Urano nos decidimos por la primera opción y tenemos claro que acertamos.  


Michel Houllebecq en la Wikipedia

Recomendación: 
Ir a comprar libros con una lista previa. La autoexigencia.
Mientras escribía esta reseña escuché el injustamente olvidado Suenacuento de Ceclia Ann (banda recomendadísima), el magnífico Ezlekuak de los totémicos Lisabö (posiblemente la mejor banda actual de post-hardcore del mundo) así como Pressure Points, el magnífico segundo disco de los holandeses Palais Ideal. 


4 comentarios:

  1. Por lo que dices, merece la pena. Si tiene "lúcidas reflexiones" ya me vale. Es lo que más me gusta de Houellebecq.

    El disco de Palais Ideal también tiene buena pinta.

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    1. De ahí viene lo del afilado bisturí, sus reflexiones siempre tienen mucho calado.

      Context Collapse me parece un tema enorme.

      Saludos

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  2. A mi me ha encantado este libro, Ariel. No es el mejor de Hou, eso seguro, pero me divertí mucho. Y las dos frases finales son absolutamente fantásticas.
    Besos

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  3. En mi caso fue bastante ambivalente. Por momentos lo encontraba incluso hilarante (las escenas de sexo son divertidísimas) pero creo que incluso me contagió la tristeza que arrastra el personaje principal.

    Houllebecq demuestra que es un escritor magnífico al conseguir trasladar el estado de ánimo del protagonista al lector. Así de claro.

    Besos

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