En primer lugar debo confesar mi
ignorancia. Había visto, por activa y por pasiva, referencias a Francisco
González Ledesma; que si es uno de los padres de la novela negra de este país
junto con Manuel Vázquez Montalbán, que si publicó más de mil novelas entre las
de Silver Kane y con su propio nombre, que si es un autor nunca suficientemente
reivindicado a pesar de obtener el Planeta, en 1984 por Crónica Sentimental en
Rojo. Lo cierto es que esta cantinela me provocaba una cierta pereza a
enfrentarme a su obra. Error claro que remedié al encontrar Una Novela
de Barrio, entre los títulos de la colección de novela negra en habla hispana
que ofrecía El País el verano pasado. Por cierto, título premiado con el Premio
RBA de Novela Negra de 2007 y que era el noveno de la serie de su protagonista.
La historia se sitúa en 2007. Al
comisario Méndez, a punto de jubilarse y totalmente arrinconado dentro del
cuerpo de Policía, le encargan un caso peculiar: en una casa que iba a ser
derruida, y que antiguamente fue uno de los burdeles con mejor reputación de
Barcelona, ha aparecido un cadáver con una bala en la cabeza. El difunto es, ni
más ni menos, que el atracador que huyó
con el botín de un célebre atraco a un banco ocurrido treinta años atrás, y en
el que falleció un niño de tres años, mientras que su compinche fue detenido y
encarcelado, aunque recientemente acaba de salir de la cárcel.
Méndez, buen conocedor del
barrio, tira de contactos, pregunta, indaga y todo apunta a que el crimen lo ha
cometido David Miralles, el padre del niño muerto en el atraco y actualmente un
eficiente y reputado guardaespaldas, llevado por la venganza pero no hay
pruebas que le incriminen. Entonces, se dedica a observarlo esperando que
intente liquidar al otro malhechor recientemente liberado, Leónidas Pérez. Lo
que Méndez no sabe, es que Leónidas es rico y mucho más listo de lo que
aparenta y, ante la oscura sombra de la amenaza que se cierne sobre él, decide
actuar asesinando a Miralles pero si mancharse él las manos. Iniciándose
entonces un juego de cazadores que no quieren ser cazados convirtiéndose Méndez
en un observador privilegiado de la acción, siendo a la vez sabueso y protector
del investigado.
Conseguirá Méndez reunir pruebas
de la culpabilidad de Miralles, si es que realmente lo es, evitando un nuevo
crimen? Logrará Leónidas Pérez su objetivo y después desaparecer? Podrá el
presente evitar que el pasado se interfiera significativamente en la historia
en forma de cadáveres?.
Tras esta historia de asesinatos,
venganza e investigación todo en uno, nos encontramos con una novela brillante
en la que Francisco González Ledesma logra mantener la atención y la tensión
durante toda la historia. Somete a sus bien dibujados personajes a diferentes
situaciones de peligro permitiendo que escapen de él pero solo para que
posteriormente caigan en otra tesitura todavía peor. Hablando de sus
personajes, estos son poderosos, coherentes y todos con una turbia historia
detrás motivadora de sus actuaciones presentes. Entre todos los que pueblan las
páginas, destaca Méndez el protagonista, que aunque sea el tapado es quien
explica y permite que avance la historia enriquecida por sus socarrones
comentarios y descreídos pensamientos. Pero no solo los protagonistas son
importantes, los secundarios aportan empaque y se revelan fundamentales en el
transcurrir de la acción.
Tras este interesante argumento, el
sustrato de la historia consiste tanto en el inexorable paso del tiempo que
diluye indefectiblemente el pasado como en el dolor por la pérdida. El autor lo
refleja con muchas manifestaciones; la devastadora vacuidad provocada por la
muerte de un ser querido (todavía más en el caso de un hijo pequeño) y como puede
quedar cercenada la vida a partir de este momento, el tratamiento que se le da
a un Méndez envejecido y apartado de los casos principales de la comisaría
debido a sus métodos considerados caducos y desfasados de sabueso, el personaje
de Madame Ruth (metáfora de Barcelona y por extensión de las grandes ciudades)
como reflejo de una época que no volverá por los cambios en las costumbres,
inmigración y urbanismo provocando evidentes transformaciones.
Además, entre un destacado poso
de humor aportado por Méndez, Francisco González Ledesma plantea
inteligentemente un dilema moral al lector. ¿Debe el culpable pagar por sus
actos recibiendo la venganza, sin duda merecida?. Para aliviar la conciencia
del lector, construye a Leónidas como un ser deleznable, evitando así que se
tenga empatía hacia él, y aunque no
olvidamos que eso no puede justificar el uso de la Ley del Talión,
inevitablemente decanta nuestras preferencias.
Una novela de barrio es una gran
novela negra. Entretenida, mordaz y divertida a pesar de la patina de tristeza posada
sobre sus páginas y además cuenta con abundantes dosis de intriga que
proporcionan una lectura absorbente. El único aspecto negativo es haber
descubierto tan tarde a Francisco González Ledesma pero de esto, el autor no
tiene ninguna culpa y a nosotros nos proporciona una magnífica obra a disfrutar.
Francisco González Ledesma en la Wikipedia
Recomendación:
Como digo en la última línea de la reseña, incidir en el autor, especialmente en la colección de Méndez.
Me lo has vendido. Las novelas españolas de género no me las suelo imaginar como "entretenidas, mordaces y divertidas" (prejuicios míos, que no he leído muchas).
ResponderEliminarDale una oportunidad y me dices. Es curioso como un autor con una producción tan extensa y de calidad, tenga una repercusión escasa.
EliminarNo debía tener demasiados amigos influyentes, por ahí irán los tiros.
Saludos.