lunes, 18 de febrero de 2019

SANTIAGO LORENZO - LOS ASQUEROSOS. Una crítica


Al final cedí ante la tentación. La gran cantidad de opiniones favorables que vi en redes sociales ante Los asquerosos de Santiago Lorenzo hicieron que en un arreón final, incluyese esta novela en la carta a los Reyes Mágicos y estos, complacientes, me lo trajeron disciplinadamente.

Manuel es un buen chaval. Bajito, tímido y con desarrollada inteligencia de ingeniero, aunque no es el tipo más afortunado del mundo. Tan poca suerte tiene que un día saliendo de su portal, se encuentra con un policía antidisturbios que busca cazar activistas tras una manifestación. Le confunde con uno de ellos y al intentar aporrearle, nuestro protagonista reacciona y le clava un destornillador en el cuello, dejándole en el suelo malherido.

Manuel escapa sabiendo que, aunque fuese en defensa propia, ha agredido a un agente de la autoridad y está seguro de que la cámara del edificio lo habrá grabado todo. Ante ello, se asusta y decide irse antes de que le detengan. Esa misma madrugada, arranca su destartalado coche y huye sin tener claro su destino. Después de varias horas de viaje por carreteras secundarias encuentra el lugar perfecto; una aldea abandonada desde varias décadas atrás.

Se instala en una de las casas y gracias a su habilidad, a vegetales silvestres y al servicio de reparto a domicilio del Lidl, Manuel sobrevive. Conforme pasan los días se instala en una austeridad creciente y esa renuncia le da una serenidad creciente. Manuel, por primera vez en su vida, se siente feliz y tranquilo pero podrá mantener esta situación durante mucho tiempo?. 

Aunque me haya extendido en la sinopsis, lo cierto es que el libro ofrece mucho más. La historia la podemos dividir en tres partes: una primera de tono ligero, con mucho ritmo, en que sorprende el rico lenguaje empleado y, especialmente, el fino sentido del humor del texto. Una segunda, que coincide con la apuesta por la austeridad del protagonista, en que la falta de acción provoca que el tono se vuelva lento, denso y asfixiante. Aquí lo que antes era riqueza de lenguaje se convierte, por insistencia en palabras rebuscadas y enumeraciones complejas, en pomposidad y vacuidad mientras el lector tiene una cierta sensación de que el escritor quiere epatarle. Por momentos el interés de la novela se desmorona. Por fortuna la tercera parte, que se inicia con la aparición de “La Mochufa” vuelve a encumbrar a Los asquerosos, recuperando ritmo, originalidad y mordacidad manteniéndose fácilmente hasta la conclusión del libro. En una valoración global, Los asquerosos es una novela notable aunque no llega al excelente al decaer en su parte central.

En Los asquerosos tras la originalidad de su trama, podemos encontrar una reflexión sobre la superficialidad de nuestra sociedad. A esa necesidad de acumular cosas indispensables que no lo son en absoluto. Manuel se exilia de la sociedad, y al despojarse de ambiciones y necesidades consigue sentirse cada vez más puro y feliz. También se critica a la inmunidad de la policía en sus actuaciones reflejado en el comportamiento del agresor antidisturbios desencadenante de la acción. En el comportamiento de “La Mochufa” se ve una clara crítica al turismo rural, por el escaso respeto ante el entorno y la naturaleza que deben ser colonizados por el ciudadano en sus escapadas de fin de semana. 

Los asquerosos es una novela sorprendente tanto por la originalidad de la trama como por el magnífico sentido del humor empleado, proporcionando buenos ratos de lectura. De todos modos, pienso que los encendidos elogios que se están vertiendo sobre ella son ligeramente exagerados, aunque bienvenidos sean si despiertan el interés en la obra anterior de Santiago Lorenzo y se traduce en ventas para una editorial que cuida tanto sus lanzamientos como Blackie Books


Santiago Lorenzo en la Wikipedia
Recomendación: 
Indagar en la obra anterior del autor.

Mientras escribía esta reseña escuché el burbujeante Movidas de Cariño, el fresco y osado Poplaroid en Ipopfm (programa de radio) así como el enérgico y estimulante Sunshine Rock, de esa bestia parda llamada Bob Mould.

9 comentarios:

  1. Menos mal, ya creí que era la única. Porque sí, vale, está bien, pero ¿tanto? No lo veo. Y cada vez que alguien aplaude yo me siento rara. Es entretenido, sin mucho más
    Besos

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    1. A mí también me pareció curiosa la unanimidad de los elogios y coincido contigo en que está bien pero no es la obra maestra que nos quieren colar.

      Besos

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  2. Blackie Books tiene muy buena prensa. Tan buena que no es la primera vez que me leo un libro suyo y me encuentro con que está bastante por debajo de los halagos que ha recibido.

    Pero Santiago Lorenzo me parece buen escritor, eso sí.

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  3. Creo que de mayor intentaré prohibir las fajas promocionales de los libros. O quien las escribe va puesta hasta arriba o Pinocho es un aprendiz a su lado.

    Reincidiré en Santiago Lorenzo, lo tengo claro.

    Saludos

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  4. Para mí que Santiago Lorenzo quiso marcarse un Eduardo Mendoza (tipo El laberinto de las aceitunas, El misterio de la cripta embrujada o El tocador de señoras) y no lo consiguió. Tras un inicio interesante, cae en una aburridísima y larga descripción de banalidades que incitan a dar matarile a la novela.
    El asqueroso es Manuel por mucho que Santiago Lorenzo trate de ensalzar al protagonista. No es nada edificante ni justificable quemar la casa de los -por así llamarlos- "domingueros".
    Me aburrí sobremanera.

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    1. Pensé EXACTAMENTE lo mismo cuando llevaba cinco páginas. La diferencia es que Mendoza se lee de un tirón y este a tirones.

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    2. Ciertamente el quedarte parado pensando en el significado de la palabra "rara" del momento provoca una importante ralentización del ritmo.

      Gracias por tu opinión, Sr. Flish.

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  5. Interesante comparación con Eduardo Mendoza, Javier. No se me había ocurrido y tiene una cierta base.

    Está bien ver opiniones que rompan un poco la unanimidad general en torno a esta obra. A mi no es que me aburriese solo que la segunda parte se me hizo muy plomizo y creo que el uso del lenguaje rebuscado de manera constante, aporta bien poco.

    Gracias por tu aportación, Javier.

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