miércoles, 24 de agosto de 2022

IRVINE WELSH - EL ARTISTA DE LA CUCHILLA. Una crítica.

Irvine Welsh es uno de mis escritores favoritos desde hace años, especialmente cuando sitúa sus novelas en su icónica Leith. Compro cada nuevo libro suyo publicado sin ningún atisbo de duda. Por eso, cuando vi El artista de la cuchilla en el estante central de la magnífica librería La Irreductible me lo llevé a casa al instante.

Frank Begbie, el psicópata de la banda de rateros y drogatas que protagonizaban Trainspotting, se ha reformado. Y lo ha hecho a lo grande. Vive en California, se ha casado con la arteterapeuta de la prisión donde cumplió condena y tiene 2 hijas pequeñas. Además, ha conseguido prestigio mundial como escultor, bajo el nombre de Jim Francis, gracias a sus cuadros y bustos mutilados de estrellas y personajes famosos. Leith queda totalmente atrás.

Un buen día recibe una llamada de su hermana desde Edimburgo informándole que su hijo Sean ha fallecido asesinado. A pesar de no haber tenido nunca prácticamente ninguna relación con él, Begbie vuelve a casa. Una vez en Escocia y ante la falta de indicios de la policía, el protagonista decide investigar el caso por su cuenta sumergiéndose para ello en unos bajos fondos que no tienen nada que ver con los que él conoció. Toda una prueba de fuego para Frank. Conseguirá mantener impune su nueva estabilidad vital o volverá a hundirse en las ponzoñosas aguas de su pasado?.

Esta vendría a ser la sinopsis de El artista de la cuchilla y si alguien espera ver pulular por sus páginas al resto de personajes de la pandilla de Trainspotting, lamento decepcionarle ya que tan solo hay alguna referencia de soslayo a Renton y el más conocido de su ecosistema es  Juice Terry, el taxista pornógrafo, protagonista de Un polvo en condiciones.  

La novela tiene un planteamiento ciertamente bipolar: la situación casi onírica de Begbie en USA contrasta con el charco gris que es Edimburgo y su falta de oportunidades para una juventud que parece abocada a la delincuencia. El artista Jim Francis parece muy diferente a Frank Begbie, a quien su fama le precede, tanto que incluso cambia el nombre para dejarla un poco atrás. El carácter violento de su pasado ha mutado; ha desaparecido su impulsiva respuesta descerebrada en aras de un férreo control de sus impulsos. No es cobardía, sino que es táctica; ha aprendido a esperar, a tener calma y tranquilidad sin perder los estribos. Ha logrado tomar el control y eso le hace implacable y sus enemigos ni lo saben ni se lo imaginan.

Otros aspectos que muestra la narración es la fuerza del pasado cuando vuelve, enfatizado por el viaje oceánico que realiza Begbie, convirtiéndose prácticamente en una separación entre dos mundos diferentes tanto en tiempo como en espacio. Y no quiero dejar la oportunidad de destacar la ácida visión del autor hacia el arte moderno (y que, por cierto, me hizo reír mucho por afinidad).   

El artista de la cuchilla repite las constantes habituales de Irvine Welsh: fuerza narrativa desbordante que provoca una lectura ágil y muy adictiva, personajes potentes y muy bien desarrollados y escasos o ningún escrúpulo a la hora de describir las descarnadas escenas de miseria, sexo y violencia, así como un latente tono desesperanzado que planea siempre sobre los integrantes del ecosistema que conforman sus personajes por su falta de expectativas. Y sí, de acuerdo, el cambio de Jim Francis es tan radical como utópico, pero es fácil olvidar este detalle por el cariño que se le coge al personaje. Cariño hacia Franco Begbie? Sí, lo he dicho y es cierto, lo reconozco. Por todo lo mencionado, las 260 páginas de la novela se consumen con suma facilidad.

El artista de la cuchilla nos sumerge en la Leith de Irvine Welsh que tan bien conocemos de libros anteriores a pesar de los años que han pasado. Seguro que no es su mejor novela, pero proporciona una lectura adictiva y muy satisfactoria, con las reconocibles constantes habituales en su obra y eso siempre es una buena, una enorme noticia. De hecho, es exactamente lo que le pedimos.

Como siempre en las novelas de Irvine Welsh cabe destacar el trabajo de los traductores, en este caso Francisco González, Arturo Peral y Laura Salas Rodríguez, ya que escribe en dialecto nativo escocés y en inglés fonético, además de un extenso uso de slang.

Otras Reseñas de Irvine Welsh:
SKAGBOYS

CRIMEN

Irvine Welsh en la Wikipedia

Irvine Welsh

Recomendación: 

Del mismo autor; Acid House, Trainspotting, Skagboys, Porno y Cola. Creo que he mencionado que me encanta Irvine Welsh.

Escribiendo esta reseña escuché el grandioso Bug de los referenciales Dinosaur Jr, el fabuloso Manual de Montaña Rusa de los imprescindibles Airbag y Siento Muerte, el espléndido último disco de una banda sencillamente maravillosa: Mujeres.

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