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domingo, 11 de junio de 2017

Marcelo Luján- Subsuelo. Una crítica.







Al posar la vista en el estante de libros del atiborrado estudio reparé en el título de uno de ellos, Subsuelo, para recordar que me lo habían regalado un tiempo atrás y ahí se quedó, olvidado, esperando su momento. Buena prueba de mi ignorancia es que no tenía ninguna referencia del mismo ni de su autor, Marcelo Luján, pero su atractiva sinopsis y la relación de premios de la vitola me impulsaron a elegirle para ser la próxima lectura.

Una calurosa noche veraniega en la sierra madrileña. Dos adolescentes mellizos, chico y chica, y un amigo algo mayor. Un flirteo incipiente. Un encargo familiar; ir a buscar hielo a la gasolinera vecina. Una imprudencia al volante y la tragedia, acechante, que sucede cuando menos se la espera. El drama y sus terribles consecuencias que empeorarían si aflorase un secreto sobre el accidente. Una vida de sumisión al chantaje para impedirlo. La semilla del odio que crea tumores familiares que crecen amenazando con desbordarse. Y lo harán, irremediablemente, porque la fuerza del odio puede con todo.

Antes he hablado de los premios ganados por Subsuelo y no deja de sorprenderme que sean todos de novela negra. Bien es cierto que con el auge y popularidad alcanzada por el género en los últimos años, sus límites se han difuminado y se utiliza el término con mucha alegría, pero aún así pienso que Subsuelo tiene mucho más de thriller psicológico que no de novela negra. Cierto es que hay algún muerto e incluso un plan “perfecto” pero seguimos sin tener clara que esa clasificación sea acertada.

Marcelo Luján sabe provocar el interés del lector, no le da evidencias sino que juega con él suministrándole la información poco a poco, siempre con la sensación de que  guarda alguna carta oculta (de ahí la sensación de thriller psicológico). En el capítulo inicial, llamémosle el desencadenante, los personajes ni siquiera tienen nombre limitándose a ser la chica morena, el chico rubio y el chico moreno. El uso por parte del escritor de frases cortas con continuos puntos y seguidos, dotan a la narración de un ritmo ágil y tenso que fija la atención del lector al lograr una sensación de inminencia ante unos acontecimientos imprevistos. Como consecuencia de todo esto, el arranque, el punto de partida –el capítulo inicial- es brillante y genera un rápido enganche a la historia provocando elevadas expectativas. A partir de aquí la estructura del libro alterna el presente con la noche en que se produjo la tragedia, volviendo a ella en forma de círculos concéntricos y con cada anillo o vuelta el escritor revela nuevos detalles, libera nueva información para una mejor composición de la escena. También me parece destacable el uso de una metáfora tan apropiada como las hormigas bajo la tierra como símil de los problemas y diferencias enquistadas dentro del seno de la familia.

Pero precisamente esta estructura revoloteadora sobre el punto de partida acaba siendo el mayor lastre de la novela, produciendo una cierta sensación de reiteración que no logra mitigar el resto de la historia, al no estar a la altura del deslumbrante inicio. La prometedora sensación de inminencia no logra verse culminada con el desenlace de la narración, la historia se agota, el globo se deshincha, no da más de sí como para darle tantas vueltas lo que provoca un cierto cansancio. Cuando llega el final catártico, el lector se ha desenganchado de la historia. A ello también contribuyen unos personajes desenfocados, recurso inicial del escritor pero en ningún momento se profundiza demasiado en las motivaciones de su comportamiento.

A pesar del párrafo anterior, Subsuelo no es una mala novela, en absoluto tal y como atestiguan los premios recibidos, tan solo que en mi caso no termina respondiendo a las elevadas expectativas que despierta su prometedor inicio.   

Marcelo Luján en la Wikipedia

Marcelo Luján

Recomendación: 
No hacer demasiado caso de las vitolas de los libros. Todos ellos serían obras maestras y nos aburriríamos mucho ante tanta calidad y perfección.
 
Durante la escritura de esta reseña escuché Els Afores, el decidido afianzamiento pop de Renaldo & Clara, también el magnífico Sedición del crepuscular Pablo und Destruktion así como el oscurísimo Mirror Being de The KVB.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Federico Axat- La Última Salida. Una crítica


Al publicarse La Última Salida, del argentino Federico Axat, rápidamente me llamó la atención el aluvión de críticas positivas, incluso entusiastas, sobre el libro. Una vez leída su sinopsis tuve claro que quería leerlo. Aunque lo cierto es que voluntariamente dejé que pasará un poco la fiebre de la novedad e hice un pequeño truco de prestidigitador, aprovechando el cumpleaños de un familiar lo regalé con el compromiso de que me lo dejase una vez leído.


El principio del libro es de los que enganchan “Ted McKay estaba a punto de pegarse un tiro en la sien cuando el timbre de su casa empezó a sonar con insistencia”. Ante un inicio así no queda más remedio que abrir bien los ojos y adentrarse en la historia (por un momento, la inicial puesta en escena suicida recuerda el de Corazón tan Blanco de Javier Marías). Ted finalmente abre la puerta y un desconocido llamado Justin Lynch, en representación de una organización secreta, le propone un trato: deberá asesinar a un criminal al que la justicia no ha castigado y posteriormente matará a otro suicida. A cambio, le matarán a él y así su familia se ahorrará las penalidades morales y legales de un suicidio.


Ted acepta la oferta y prepara un plan para llevarlo a cabo. Al llegar el día previsto, lo sigue con determinación para conseguir su objetivo. Y cuando va a realizar el primer asesinato, empieza a ver señales conocidas en lugares extraños, fuera de sitio. Y entonces, todo se retuerce, se complica y ante tanta confusión la clave parece estar en la aparición de un animal tan poco habitual, literariamente hablando, como una zarigüeya.


No, no iba puesto de nada mientras escribía el sinsentido del segundo párrafo. El libro se divide en cuatro partes y esta impresión de locura es la que produce durante la primera mitad de la novela. La acción transcurre con ritmo frenético mientras el escenario cambia constantemente. Ted tiene un comportamiento errático y el lector duda de si la organización le engaña o es todo lo contrario. Aunque lo cierto es que dudar, dudar, el lector duda de todo ya que hace páginas que no se está enterando de nada. Tan solo sabe que está enganchado al libro y tiene ansia por saber qué pasará con el protagonista, cuál es la motivación de su extraño comportamiento y qué es realidad y qué un espejismo, mientras devora los capítulos con fruición. 


En su tercera parte, empiezan a despejarse los cortinajes que esconden las claves de la novela aunque lo cierto es que se alumbran tantos pasajes como otros se oscurecen y siempre con la sensación de estar haciendo equilibrios sobre arenas movedizas. En la última parte, como no queda más remedio al acercarse su conclusión, las piezas empiezan a encajar para llegar a un final que consiga cuadrar todo lo narrado hasta entonces. Aunque para seguir con el tono general de libro, puede que al final no todo sea lo que parece.


La Última Salida es un thriller psicológico extremadamente adictivo. Está plagado de giros imprevistos que dotan de un ritmo vertiginoso a la novela. Los personajes están bien definidos y el autor consigue que se quiera a Ted, aunque ante tanto cambio de escenario uno llega a dudar de sus intenciones. Pero esto es claramente lo que quiere el escritor, desconcertar constantemente al lector mientras hace avanzar la historia. Cuando éste quiere darse cuenta, se halla totalmente desorientado y sin poder parar de leer, tratando de despejar el truco del laberinto tejido por el autor. Ilusa creencia ya que por mucho que uno intuya el escritor acaba ganando claramente por KO técnico. Federico Axat juega tanto con el lector que cuando finaliza la novela y el lector está orgulloso del puzzle que ha conformado para cuadrar la historia, en el epílogo descubre que las piezas no están correctamente encajadas y que muy posiblemente la imagen que refleja su puzzle no sea más que un holograma.


La Última Salida posee abundantes virtudes, -ritmo endiablado, atmósfera absorbente y una indudable adicción-, y me ha parecido un libro notable aunque no redondo debido a que la sorprendente resolución del mismo me parece muy efectista, demasiado para el intrincado andamiaje que se ha ido levantando con el transcurrir de las páginas. Aunque igual soy demasiado quisquilloso y cabeza cuadrada y es necesaria una segunda lectura para alumbrar claves esparcidas durante la narración que puedan haber pasado desapercibidas. A pesar de esta pequeña objeción, recomiendo claramente su lectura por el extraordinario dominio de la tensión narrativa que demuestra Federico Axat, que, cual un Messi de la pluma, gambetea sin parar ante el desorientado lector provocándole una muy grata sensación de vaivén y vorágine mientras devora páginas sin parar. Por si alguien no ha reparado en el apellido de uno de los personajes, la influencia del cine de David Lynch es más que evidente durante toda la narración. Reincidiré sin dudar en el autor, tanto en sus obras anteriores como las que publique en el futuro. 

Federico Axat en Goodreads


Recomendación: 
Si te gusta leer dejándote llevar ciegamente por la narración, este es tu libro.
Buscar sus libros anteriores, especialmente El pantano de las mariposas.

Mientras escribía esta reseña he escuchado el pop gélido deudor de Joy Division de los rusos Motorama en sus discos Dialogues y Poverty así como la obra maestra nerd llamada The Fidelity Wars de los maravillosos Hefner.