Al publicarse La Última Salida,
del argentino Federico Axat, rápidamente me llamó la atención el aluvión de críticas
positivas, incluso entusiastas, sobre el libro. Una vez leída su sinopsis tuve
claro que quería leerlo. Aunque lo cierto es que voluntariamente dejé que
pasará un poco la fiebre de la novedad e hice un pequeño truco de
prestidigitador, aprovechando el cumpleaños de un familiar lo regalé con el compromiso de que me lo dejase una vez leído.
El principio del libro es de los
que enganchan “Ted McKay estaba a punto de pegarse un tiro en la sien cuando el
timbre de su casa empezó a sonar con insistencia”. Ante un inicio así no queda
más remedio que abrir bien los ojos y adentrarse en la historia (por un
momento, la inicial puesta en escena suicida recuerda el de Corazón tan
Blanco de Javier Marías). Ted finalmente abre la puerta y un desconocido
llamado Justin Lynch, en representación de una organización secreta, le propone
un trato: deberá asesinar a un criminal al que la justicia no ha castigado y
posteriormente matará a otro suicida. A cambio, le matarán a él y así su
familia se ahorrará las penalidades morales y legales de un suicidio.
Ted acepta la oferta y prepara un
plan para llevarlo a cabo. Al llegar el día previsto, lo sigue con
determinación para conseguir su objetivo. Y cuando va a realizar el primer
asesinato, empieza a ver señales conocidas en lugares extraños, fuera de sitio.
Y entonces, todo se retuerce, se complica y ante tanta confusión la clave parece
estar en la aparición de un animal tan poco habitual, literariamente hablando, como una zarigüeya.
No, no iba puesto de nada
mientras escribía el sinsentido del segundo párrafo. El libro se divide en
cuatro partes y esta impresión de locura es la que produce durante la primera mitad de la novela. La acción transcurre con ritmo frenético
mientras el escenario cambia constantemente. Ted tiene un comportamiento
errático y el lector duda de si la organización le engaña o es todo lo
contrario. Aunque lo cierto es que dudar, dudar, el lector duda de todo ya que
hace páginas que no se está enterando de nada. Tan solo sabe que está enganchado al
libro y tiene ansia por saber qué pasará con el protagonista, cuál es la motivación de su extraño comportamiento y qué es realidad y qué un espejismo, mientras
devora los capítulos con fruición.
En su tercera parte, empiezan a
despejarse los cortinajes que esconden las claves de la novela aunque lo cierto
es que se alumbran tantos pasajes como otros se oscurecen y siempre con la
sensación de estar haciendo equilibrios sobre arenas movedizas. En la última parte, como
no queda más remedio al acercarse su conclusión, las piezas empiezan a encajar para
llegar a un final que consiga cuadrar todo lo narrado hasta entonces. Aunque para
seguir con el tono general de libro, puede que al final no todo sea lo que
parece.
La Última Salida es un thriller
psicológico extremadamente adictivo. Está plagado de giros imprevistos que
dotan de un ritmo vertiginoso a la novela. Los personajes están bien definidos y
el autor consigue que se quiera a Ted, aunque ante tanto cambio de escenario
uno llega a dudar de sus intenciones. Pero esto es claramente lo que quiere el
escritor, desconcertar constantemente al lector mientras hace avanzar la
historia. Cuando éste quiere darse cuenta, se halla totalmente desorientado y
sin poder parar de leer, tratando de despejar el truco del laberinto tejido por
el autor. Ilusa creencia ya que por mucho que uno intuya el escritor acaba ganando
claramente por KO técnico. Federico Axat juega tanto con el lector que cuando
finaliza la novela y el lector está orgulloso del puzzle que ha conformado para
cuadrar la historia, en el epílogo descubre que las piezas no están
correctamente encajadas y que muy posiblemente la imagen que refleja su puzzle no
sea más que un holograma.
La Última Salida posee abundantes
virtudes, -ritmo endiablado, atmósfera absorbente y una indudable adicción-, y
me ha parecido un libro notable aunque no redondo debido a que la sorprendente
resolución del mismo me parece muy efectista, demasiado para el intrincado
andamiaje que se ha ido levantando con el transcurrir de las páginas. Aunque igual
soy demasiado quisquilloso y cabeza cuadrada y es necesaria una segunda lectura
para alumbrar claves esparcidas durante la narración que puedan haber pasado
desapercibidas. A pesar de esta pequeña objeción, recomiendo claramente su lectura
por el extraordinario dominio de la tensión narrativa que demuestra Federico
Axat, que, cual un Messi de la pluma, gambetea sin parar ante el desorientado
lector provocándole una muy grata sensación de vaivén y vorágine mientras
devora páginas sin parar. Por si alguien no ha reparado en el apellido de uno
de los personajes, la influencia del cine de David Lynch es más que evidente
durante toda la narración. Reincidiré sin dudar en el autor, tanto en sus
obras anteriores como las que publique en el futuro.
Federico Axat en Goodreads
Recomendación:
Si te gusta leer dejándote llevar ciegamente por la narración, este es tu libro.
Buscar sus libros anteriores, especialmente El pantano de las mariposas.
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