Hace unos días estando de
vacaciones pasé por un pueblo de Girona, La Bisbal de l’Empordà, mientras recorría calles y callejuelas me encontré con una librería que tenia libros
expuestos en la calle, sobre una mesa. Lo cierto es que eran libros bastante
escogidos y entre ellos, un poco escondido, estaba éste Sukkwan Island de David
Vann. El título me sonaba de alguna reseña que había leído, aunque casi no la
recordaba, pero su sinopsis me atrajo poderosamente y decidí comprarlo allí
mismo.
El libro narra la historia de un
padre que tras divorciarse por 2ª vez, deja su trabajo como dentista, vende sus
posesiones y se compra una isla en la que hay una bonita cabaña. Deja atrás su
vida anterior y se instala en ella junto a su hijo, Roy, de 13 años.
Lo que puede sonar paradisíaco no
lo es tanto ya que la isla, Sukkwan Island, se halla situada en el sudoeste de
Alaska, tiene un clima extremo con únicamente 2-3 meses de sol y frío y nieve
extremos, su superfície está cubierta de bosques y vegetación agreste, la línea
de montañas llega casi hasta el mar y en ella moran animales salvajes.
Con este planteamiento inicial,
David Vann nos presenta su primera obra (enmarcada dentro del libro de relatos Legend
of a Suicide, stories and a novella de la que Sukkwan Island es la novela
del título). Conforme avanza su lectura, el autor nos traslada a la isla al
lado de los personajes y mientras nos describe el transcurrir de los días acercándose
al invierno, percibimos con desagradable sorpresa, que el padre no tiene ningún
tipo de preparación ni previsión para sobrevivir en la isla. Además nos
descubre su carácter cambiante, casi bipolar y, lo peor de todo, su hijo es un
desconocido para él y no entiende que no es más que un niño y que él tendría
que comportarse como un adulto, su padre.
Y ahí está el gran mérito del
escritor, con su descripción minuciosa del día a día nos hace tangible el
abismo que se abre entre padre e hijo. Al sumarle los problemas derivados del
hostil entorno natural que les rodea y las extremas condiciones climáticas que
provocan que su quehacer diario sea más que una lucha por su supervivencia,
logra que, como lectores, vislumbremos a lo lejos la formación de los negros
nubarrones que poco a poco van cercando a los protagonistas y que solo pueden
conducir a la tragedia, mientras nos invade la desazón y vamos paladeando el
amargo sabor de asistir a lo inevitable sin poder hacer nada.
Como dice el gran Milo J.
Krmpotic leer a David Vann es como mascar tierra o como chupar piedras antes de
masticarlas tratando de enternecerlas. Pocos autores consiguen que el lector
relea varias veces una página sin que quiera creer lo que está escrito, hasta
que termina aceptándolo porque sabe que el texto no cambiará, por mucho que se
desee todo lo contrario.
Una novela durísima, concisa, sin
lugar para la ternura y dotada de un lenguaje muy preciso, todo ello provocando
que cueste avanzar en su lectura pero no se pueda ni quiera renunciar a ella.
De acuerdo con los medios
entendidos, con esta historias dura y sin concesiones podemos equiparar a David
Vann con autores como Cormack McCarthy o Donald Ray Pollock, afirmación con la
que desde aquí estamos totalmente de acuerdo.
David Vann en la Wikipedia
David Vann
Recomendación:
Cualquier posterior publicación del autor y los libros de Donald Ray Pollock. También los geniales discos de los japoneses Downy.
Aunque con el calor que hace la idea de mascar tierra no me resulta tentadora le echaré valentía al asunto, que el libro lo tengo desde hace tiempo ;)
ResponderEliminarGracias por la resña. ¡Besos!
En mi caso fue todo lo contrario, lo compré y en pocos días lo había devorado. Ànimo que vale la pena el esfuerzo.
ResponderEliminarBesos.
Me encantó. Aunque reconozco que luego el resto de títulos se me antojaron repetitivos en temática, este fue el primero y lo disfruté mucho
ResponderEliminarBesos