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sábado, 7 de enero de 2017

Irvine Welsh- Skagboys. Una crítica

En este 2017 recién iniciado escucharemos muchísimo el nombre de Irvine Welsh. El escocés ya es sobradamente conocido gracias al éxito mundial de Trainspotting (gracias a que el cine catapultó la popularidad de la espléndida novela) y en un par de meses se estrenará la película basada en su continuación, Porno. Tal y como está montado el negocio cinematográfico, por poco éxito que tenga, la próxima película estará basada en Skagboys, que es precisamente el libro que reseñamos.

Esta novela, a pesar de ser la última publicada se sitúa cronológicamente como la antecesora de Trainspotting. En ella, encontramos al grupo de protagonistas: Renton, Sick Boy, Spud, Begbie, junto con otros de sus amigos, recorriendo las calles de su Leith natal poco tiempo después de cumplir veinte años, durante la primera mitad de la década de los ochenta.

En el punto de partida, Renton es un chico inteligente y avispado que partiendo de sus orígenes humildes está estudiando en la Universidad de Aberdeen, siendo el orgullo de su familia. Sick Boy, por herencia de sus genes italianos, es un casanova, un rompecorazones cuyo objetivo es ligarse al mayor número posible de chicas. Spud es un pusilánime y tiene un problema claro de falta de autoestima, siempre inseguro y buscando la aprobación de los demás y Begbie es un psicópata y un delincuente, un camorrista arrogante que siempre acaba recurriendo a la violencia, un indeseable al que es mejor tener por amigo que por enemigo. Con muchísimo tiempo libre por la falta de oportunidades laborales se dedican a ir al pub a emborracharse, al estadio a ver a su equipo de fútbol -los Hearts de Edimburgo- y pelearse con la afición rival, y a estar de juerga y ponerse el máximo tiempo posible. 

Este universo común y más o menos normal cambia con la aparición en gran escala de la heroína en la ciudad. Lo que empieza siendo curiosidad se convierte en muy poco tiempo en una necesidad vital, en una adicción y dependencia. Con el transcurrir del libro y el aumento de consumo de jaco, asistimos gradualmente a la espiral de autodegradación en la que han entrado los protagonistas. Renton abandona la Universidad y sus sueños, Sick Boy casi pierde el interés por las mujeres, Spud se hunde y Begbie, como buen zumbado, sigue totalmente a la suya sin sucumbir a la droga debido a que su adicción a la violencia es superior. Al convertirse en yonkies a tiempo completo, sus relaciones familiares se deterioran, sus amistades se distancian y sus prioridades vitales cambian siendo lo único importante el conseguir dinero para consumir. Cuando un corte en el suministro de heroína provoca una sequía total, las consecuencias son catastróficas para los personajes.

No revelamos demasiado del argumento aunque tampoco haría falta ya que más que un desencadenante de la acción o una misión en los protagonistas, la novela narra su día a día. En esa cotidianeidad y en la construcción de personajes es donde Irvine Welsh es un maestro. Explica las arrabaleras andanzas de los chicos con total naturalidad y ningún tipo de cortapisas y logra dotarlas de un contagioso atractivo que no tiene la vida real. Da voz a muchos integrantes del ecosistema de Leith, no solo a los cuatro protagonistas, entrecruzando sus historias y puntos de vista. En esas noches de fiesta, en las pequeñas aventuras en que se meten es donde realmente se disfruta de la escritura de Welsh. Incluso con las muchísimas referencias culturales y el uso del argot local -mención especial al traductor habitual de las obras del escocés, Federico Corriente, por el ingente trabajo que le habrá supuesto cazarlas todas-. La gran cantidad de detalles que aporta, la naturalidad y el entusiasmo de su narración provoca que el lector asista a las correrías de los personajes como si fuese su sombra, tan solo un metro por detrás de ellos, encajando con facilidad las piezas que conforman el puzzle que conforma Leith y las motivaciones de sus actos.

Skagboys refleja dos importantes problemáticas entre sus páginas utilizando a los personajes como pantallas de las mismas. Por un lado, la consecuencia de las desastrosas políticas conservadores de Margaret Thatcher que entre reconversiones de sectores industriales, flexibilización del mercado de trabajo y restricciones continuadas consiguió triplicar las cifras de paro en poco tiempo. Además las continuas modificaciones de los registros de estos índices provocó que fuese un número confuso y con elevadas irregularidades. La crítica devastadora que supone el libro contra la “Dama de Hierro” se refleja claramente en esta frase: cientos de millares de jóvenes de clase trabajadora del Reino Unido, al no tener ocupación, tenían mucho menos dinero en el bolsillo y disponían de mucho más tiempo. Tiempo que en gran parte se ocupaba en correrías similares a las de esta novela.

Por otra parte, el libro refleja el escalofriante proceso de la adicción a la heroína. El título no engaña, Skag es heroína en slang o argot. Skagboys lo relata descarnadamente y sin ningún tipo de compasión. Desde la inicial atracción hacia la droga y su sensación de bienestar inmediato e incluso de una cierta invulnerabilidad, hasta llegar –casi sin darse cuenta- al enganche y necesidad de consumir con regularidad, mientras el adicto se autoengaña y piensa eso de “yo controlo, solo un poco y lo dejo cuando quiero”, sin querer reconocer que se ha convertido en un zombie, solo pendiente de que la droga circule por su sangre y le permita tirar adelante sin colapsarse hasta la urgencia del próximo pinchazo  que, como una bestia acechante e implacable, cada vez muerde antes ofreciendo menor tiempo de tregua. Una vez llegado este momento, el drogadicto está dispuesto a realizar cualquier cosa con tal de conseguir su dosis emprendiendo una veloz carrera destructiva hacia la ignonimia personal. La conjugación de la adicción severa con la escasez de dinero conduce indudablemente al callejón sin salida de la delincuencia. También muestra la aparición de un nuevo y terrible mal, el SIDA, y las consecuencias devastadoras, en esos años, principalmente entre los que se pinchaban compartiendo jeringuillas.

Skagboys es otra grandísima obra de Irvine Welsh. Sus 667 páginas están repletas de acción, mordacidad, gamberrismo y crítica social y el ir avanzando la lectura es un auténtico deleite. Incluso en las bajadas a los infiernos de los personajes el lector no deja de admirarse de la pericia del escritor. Tan solo baja un poco el ritmo frenético con la transcripción del diario personal de uno de ellos, lectura del mismo que se hace ligeramente fatigosa aunque posteriormente recupere el tono con facilidad.

Irvine Welsh es un narrador apabullante y Skagboys ocupa un lugar muy alto entre sus novelas, lo cual es un grandísimo elogio. De hecho, entran ganas de releer Trainspotting y Porno para seguir los pasos de los muchachos que pueblan sus páginas. Desde aquí nos rendimos ante Skagboys y, una vez más, ante el enorme talento de Irvine Welsh.

Otras Reseñas de Irvine Welsh:
CRIMEN

EL ARTISTA DE LA CUCHILLA

Irvine Welsh en la Wikipedia

Irvine Welsh

Recomendación: 

Irvine Welsh, así de sencillo.

Mientras escribía esta reseña he escuchado el abrasivo Atomizer de Big Black y el delicioso compendio de twee pop The Rise and Fall of BMX Bandits del grupo de mismo nombre. El de Big Black encaja pero lo cierto es que los BMX Bandits no tienen nada que ver con el punk o northern soul que gusta a los protagonistas de la novela.

lunes, 29 de febrero de 2016

Steve Earle- No Saldré Vivo de Este Mundo. Una crítica.



La publicación de No Saldré Vivo de Este Mundo me llamó la atención de inmediato. Su atrayente título, la bonita portada y el hecho de que fuera la primera novela larga del reputado músico y activista político Steve Earle me predispusieron a su favor, aunque he de reconocer que no lo he tenido en mis manos hasta que en un intercambio de libros con un amigo –merci Antonio- lo canjeé por Absolute Beginners de Colin McInness.

Conocemos a Joseph Alexander Ebersole III, descendiente de una prestigiosa familia de médicos de Louisiana, al que su adicción a la heroína ha convertido simplemente en Doc, un matasanos al que le han retirado la licencia para ejercer y que pasa consulta en el bar de una pensión en South Presa, uno de los barrios más marginales de San Antonio. Sus clientes habituales son prostitutas con enfermedades venéreas, jóvenes con embarazos indeseados que remediar y heridos de bala o cuchillo en reyertas nocturnas.

Doc puede ver y oír al fantasma del músico Hank Williams, que le acompaña e importuna desde su muerte. Así, entre escuchar al merodeante fantasma y realizar operaciones, casi siempre desesperadas, para conseguir costearse su implacable adicción, pasan los días sin vislumbrar ninguna luz ni final de túnel hasta que aparece Graciela, una inmigrante ilegal mexicana muy joven, necesitada de sus servicios.

La intervención es complicada quedando la joven muy debilitada y requiriendo una larga recuperación. Cuando Graciela está repuesta del todo ya ha pasado a formar parte de su vida y empieza a ayudarle en sus operaciones. Poco a poco, Doc se da cuenta de las sorprendentes facultades de la joven: tiempos de recuperación de los pacientes asombrosamente cortos, operaciones imposibles con resultados exitosos e incluso cambios en el comportamiento hacia mejor de las personas a las que conoce. Incluso Doc consigue dejar atrás su adicción a las drogas sin especial dificultad. Pero todo este periodo de felicidad no puede durar. ¿Cuánto tardará en alcanzar la suficiente repercusión los supuestos milagros de la auxiliar de un médico abortista para preocupar a la iglesia o a la policía?. La aparición por la zona del sacerdote de la parroquia más próxima, desconcertado por el incremento de la fe y el número creciente de sus feligreses, complicará el día a día de nuestros felices protagonistas provocando la aparición de negros nubarrones en su próximo horizonte.

Ésta es la interesante trama de No Saldré Vivo de Este Mundo. A pesar de tratarse de la primera novela larga de Steve Earle no encontramos ningún defecto típico en obras primerizas. Entre sus aciertos destacan una trama bien construida, personajes potentes y muy bien perfilados –tanto los principales como los secundarios-, referencias históricas que sitúan perfectamente la acción y una muy acertada descripción del ecosistema que puebla los bajos fondos de San Antonio. Se pueden rastrear en la historia detalles autobiográficos del autor, especialmente en todo lo relacionado con las drogas.

Sorprende positivamente el tono del libro, claramente emparentado con el Realismo Mágico. La presencia de fantasmas, poderes sobrenaturales y la alegría de vivir y generosidad de los personajes a pesar de estar situados al borde de la delincuencia o bien, totalmente dentro de ella, son buenas muestras de ello. Este encanto que transmiten consigue que el lector empatice con ellos, a pesar de su entorno hostil.

Como trasfondo trágico, el autor refleja la dureza de la vida de un adicto a las drogas, encaminando su vida con el único propósito de conseguir el dinero para sus dosis estando dispuesto a cualquier cosa para ello. También muestra la corrupción en la policía y la escasa atención hacia barrios tan marginales como el que se desarrolla la acción. Pero la crítica más dura se la guarda para la Iglesia Católica, denunciándola como un ente retrógrado e inmovilista, sin ninguna intención de aperturarse y dispuesto a ocultar cualquier hecho que pueda afectar a su hermética estructura. Aunque pasa de soslayo sobre la trama, no podemos dejar de destacar la ilusión que produjo en buena parte de la sociedad norteamericana la elección de JF Kennedy como Presidente y la posterior conmoción que produjo su asesinato.

No Saldré Vivo de Este Mundo es un novela muy agradable en la que sus páginas transcurren llenas de encanto. Se lee con facilidad encaminándonos a un final que no por oscuro y turbulento deja de ser coherente. Grata sorpresa provocada por esta novela, que coloca a Steve Earle como uno de los músicos que vale la pena seguir en su carrera como escritor ya que, por desgracia, no todos merecen esa consideración.


Steve Earle en la Wikipedia
Steve Earle

Recomendación: 
Intercambiar libros. Dejarse sorprender por gustos de otras personas (bueno, un pequeño filtro sí que puede ser necesario).

Durante la escritura de esta reseña escuché el alegremente triste El Ventrílocuo de Sí Mismo de Sr. Chinarro, el intenso Ballenas Muertas en San Sebastián de los imprescindibles El Columpio Asesino y el muy divertido Reservoir de unos inspirados Fanfarlo.

domingo, 27 de enero de 2013

The Velvet Underground- Venus in Furs


Shiny, shiny, shiny boots of leather
Whiplash girlchild in the dark
Clubs and bells, your servant,
dont forsake him
Strike, dear mistress, and cure his heart

Downy sins
of streetlight fancies
Chase the costumes she shall wear
Ermine furs adorn the imperious
Severin, severin awaits you there

I am tired, I am weary
I could sleep for a thousand years
A thousand dreams that would awake me
Different colors made of tears

Kiss the boot of shiny, shiny leather
Shiny leather in the dark
Tongue of thongs, the belt that does await you
Strike, dear mistress, and cure his heart

Severin, severin, speak so slightly
Severin, down on your bended knee
Taste the whip, in love not given lightly
Taste the whip, now plead for me

I am tired, I am weary
I could sleep for a thousand years
A thousand dreams that would awake me
Different colors made of tears

Shiny, shiny, shiny boots of leather
Whiplash girlchild in the dark
Severin, your servant comes in bells,
please dont forsake him
Strike, dear mistress, and cure his heart