Reconozco que elegí este libro
por la portada. En mi última visita a la biblioteca me llamó la atención esa
portada roja, con un camino dibujado con trazos infantiles conteniendo un
ciclista y unos plátanos. Una Historia
en Bicicleta, de Ron McLarty, ni idea ni del libro ni del autor.
El libro nos habla de Smithy Ide,
un hombre de 43 años que pesa 126 kilos, es supervisor de una fábrica de
juguetes (principalmente se dedica a verificar que las manos y pies de los
muñecos no intercambien sus posiciones) y sus principales aficiones son comer
galletas saladas y comida rápida así como beber cantidades ingentes de cerveza
y vodka con naranja mientras intenta no hacer nada en absoluto.
En un inicio trepidante, se describe
el accidente de automóvil en el que fallecen los padres de Smithy. Al volver a
casa, en un estado confuso mezcla de cansancio y ebriedad, redescubre su
querida bicicleta de la infancia, se sube a ella y no se bajará hasta que
llegue al final del camino; Los Ángeles. Solo un pequeño inconveniente, la
acción se desarrolla en Providence (Rhode Island) – costa Este de los USA- y
Los Ángeles está a unos 4.700 kilómetros (según acabo de consultar en la
Biblia de hoy en día –Google-).
Ron McLarty nos narra en
capítulos alternos el presente del viaje, con las peripecias que le ocurren a
nuestro protagonista, y el pasado de Smithy que nos muestra los porqués de su situación
actual de indolencia. A pesar de sus 43 años, éste no deja de ser un viaje
iniciático. Nuestro protagonista se había dejado llevar conformándose con su
rutina de vida encerrada en sí mismo y sin haber superado sus propios fantasmas.
El viaje en bicicleta hace que tenga un misión, un propósito (ir haciendo
kilómetros sin limitación) y mientras avanza este viaje, Smithy, descubre con
satisfacción que pierde peso y, especialmente, que es capaz de conocer gente
nueva, retomar lazos que creía rotos y salir airoso de situaciones imprevistas.
Sin darse cuenta el viaje se convierte en una búsqueda. La búsqueda de sí mismo,
y la aceptación del peso del pasado como parte de uno mismo.
La lectura del libro es
sencillamente deliciosa, como lector he devorado los capítulos casi como Smithy
lo hacía con los kilómetros. La estructura del libro le da un cierto aire
bipolar. Los capítulos referidos al presente son ilusionantes y mayormente optimistas
siguiendo al ciclista en las peripecias que se encuentra en su camino. Los que
hablan del pasado del protagonista son muchos
más sombríos y en muchos casos, como lector, se te encoge el corazón ante la
inminencia de la catástrofe.
Ron McLarty elige que Smithy sea
un personaje sencillo, nada pretencioso e incluso retraído. Esta característica
hace que nos caiga bien de inmediato. La acción fluye suavemente y con
naturalidad. Un gran acierto del autor es que no deja que el tono agradable del
libro se torne en demasiado almibarado y sentimental, hecho que hubiese arruinado
su lectura. Una Historia en Bicicleta es un canto a las nuevas oportunidades, a
la evolución personal y la aceptación de los errores. La descripción de los
efectos de la enfermedad mental en una familia es sencillamente devastadora,
los capítulos dedicados a su hermana, Bethany, son sobrecogedores y de una
tristeza latente como claro reflejo de la pesadilla que describen.
Durante el transcurrir de la
novela vienen a la cabeza nombres como Jack Kerouack, Ignatius J. Reilly y
Holden Cauldfield y, aunque sea de refilón, recordar esos nombres habla muy
bien de este libro.
Ron McLarty en la Wikipedia
Recomendación:
Visitar bibilotecas y elegir libros desconocidos. Puedes equivocarte pero seguro que encontrarás tesoros.
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