David Trueba es, sin ninguna duda, uno de mis escritores contemporáneos preferidos. He regalado y recomendado unas cuantas veces Abierto toda la noche, Cuatro Amigos e incluso Saber Perder. Con Blitz me llevé un cierto desengaño y la insustanciabilidad de El río baja sucio no ayudó a reconciliarme demasiado con él. El nivel de desencanto provocó que, a día de hoy, todavía no haya leído el anterior Tierra de Campos. A pesar de todo esto, el escritor madrileño siempre se merece una oportunidad (y yo la de reconciliarme con él) y cuando me enteré de la publicación de Queridos niños, no tardé en autoregalarmelo en mi librería favorita.
Basilio; un profesional de los medios de comunicación, que se convirtió en millonario gracias a la venda de su medio digital, vive retirado dejando descansar su causticidad y cinismo. Le apodan “el hipopótamo”, tanto por su obesidad – pesa cerca de 120 kilos- como por la ferocidad y contundencia de sus opiniones y ataques escritos. A pocos días del inicio de la campaña electoral para elegir Presidente del país, uno de los más importantes partidos conservadores le ofrecen el puesto de asesor de discursos de su candidata. Ella es Amelia Tomás; una recién llegada a la política que presume de honestidad y esgrime la bandera de la limpieza y la lucha contra la corrupción, algo muy necesario en un partido tan salpicado por los escándalos como el suyo. Imagen idílica i, ciertamente, cándida en un mundo de tiburones y con tantos intereses a todos los niveles como es la política.
Basilio acepta, en parte por curiosidad y en parte por combatir el aburrimiento. Pasa a formar parte del equipo de la candidata, e inician una vuelta a España en autobús, pasando por todas las localidades posibles para presentar su nuevo proyecto e intentar ganar unas elecciones, victoria a la que los sondeos previos otorgan escasas posibilidades. Conforme avanza el viaje, se acercan los comicios y las encuestas empiezan a acompañar se estrechan los lazos en el equipo y se definen y priorizan las estrategias para conseguir los objetivos, empezando por la candidata que al oler la sangre va dejando atrás su candidez inicial. En todo ello, Basilio tiene un papel cada vez más importante y su nivel de involucramiento alcanzará unas cotas que inicialmente no imaginaba ni remotamente. ¿Pero todo esto será suficiente para ganar?.
Queridos niños es un libro tan divertido como cáustico. El lector ve plasmado en palabras lo que piensa de la política y el aparato de los partidos. Las estrategias, pactos, codazos, uso de la prensa y toda la hipocresía y cinismo que la envuelve. Todo ello para conseguir el voto de los electores, de los “queridos niños” del título, tan ilusos, previsibles y fáciles de manipular con una palabra o una promesa adecuada en el momento preciso (sabiendo de antemano que luego no tiene que cumplirse).
Que aparece un defecto, un escándalo, un poro en la imagen de perfección de nuestro líder, pues se fabrica uno mucho mayor en el rival que para algo existe afín a nuestros intereses. Minimizar los errores propios maximizando los ajenos para conseguir la comprensión o el enfado de los “queridos niños” en función de los intereses de cada uno, en definitiva, para que muerdan el cebo con sorprendente facilidad.
Aunque el libro se extienda hasta las 450 páginas, su lectura es sencilla y amena. Ayuda a ello su estructura de capítulos cortos, cada localidad visitada ocupa uno de ellos provocando que la acción funcione a base de anécdotas y hechos menores. La trama principal es el desarrollo de la campaña y las subtramas vendrían a ser las estrategias que llevan a cabo para ir mejorando las expectativas y encuestas. Los personajes están bien definidos y crecen en atractivo durante la narración.
Queridos Niños de David Trueba es un libro divertido y gratificante. No es ni será una novela referencial, ni creo que sea en absoluto su intención, pero proporciona unas horas de lectura bien gratas al poner foco en prácticas dudosas, que, aunque sean inventadas, no nos cuesta imaginar que podrían ser perfectamente reales e incluso mucho peores, tal es el descrédito que ha alcanzado la política, y el aparato de los partidos, al convertirse en un instrumento, un medio, del que sacar rendimiento propio (por parte de los profesionales) a corto plazo, alejándola totalmente del ciudadano, elector o pueblo. Con ella, David Trueba vuelve a ganar crédito.
ABIERTO TODA LA NOCHE
No hay comentarios:
Publicar un comentario