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viernes, 20 de marzo de 2020

DARYL GREGORY - LA EXTRAORDINARIA FAMILIA TELEMACUS - L'EXTRAORDINÀRIA FAMÍLIA TELEMACUS. Una crítica



Desde hace tiempo tenía por casa La Extraordinaria Familia Telemacus de Daryl Gregory. Un libro que la verdad no recuerdo cuando ni por qué lo compré, aunque cada vez que veía su preciosa y llamativa portada (en mi caso, en la edición en catalán de La Campana) me entraban ganas de leerlo. En el último mágico momento de elegir lectura, los atractivos cuadros de la tapa me miraron y tuve clara la elección.

Matty Telemacus es un adolescente de catorce años que un buen día descubre accidentalmente que puede salir de su cuerpo y realizar viajes astrales. No debería extrañarle dado que pertenece a la Extraordinaria Familia Telemacus, en la que todos sus integrantes tienen poderes.

El cabeza de familia, Teddy, es un fantástico prestidigitador. Sus tres hijos: Irene (madre de Matty), Frankie y Buddy pueden, respectivamente, detectar las mentiras, mover objetos y ver el futuro. Aunque quien realmente tenía poderes extraordinarios era la abuela Mo, pero una enfermedad se la llevó hace ya muchos años. Podían haber sido una leyenda, los más grandes ilusionistas, pero una desafortunadísima actuación televisiva acabó con su prestigio y algunas décadas después aún no han conseguido levantarlo. De hecho, los tres hermanos, distanciados entre ellos, son incapaces de salir airosos de su existencia cotidiana. Podrá Matty con sus recién descubiertos poderes prestigiar de nuevo el nombre de la familia y de paso cerrar viejas heridas volviendo a unirlos?.

Tras esta sinopsis se esconden muchas cosas; el despertar a la adolescencia de un chico de 14 años; la complejidad de las relaciones a distancia y el sacrificio que puede suponer para uno de los dos si acaba cristalizando, ya que debe dejar atrás su actual vida, pero sobre todo, de lo que nos habla es de la dificultad de vivir siendo diferente y del escollo en la autoaceptación de esta diferencia.

A pesar del párrafo anterior, que nadie piense que La Extraordinaria Familia Telemacus busca trascender ya que el tono de la novela es ligero y para nada pretencioso. Creo que Daryl Gregory pretendía crear una historia simpática y divertida y por momentos lo consigue, aunque el hecho de que su estructura consista en dar voz a todos sus personajes (y son muchos, solo de la familia contamos siete) explicándonos sus propias aventuras -desventuras, mejor dicho- y de que no estén claros los protagonistas principales y los secundarios (bueno sí, siete personajes clave…) provoca una clara sensación de dispersión ya que a las subtramas les cuesta ensamblarse naturalmente en una trama principal. Esta trama principal es endeble y no acaba de definirse; podría ser algo tan simple como que es una familia en que sus miembros tienen poderes, aunque esto sería más bien un punto de partida. Hacia el final de la historia nos damos cuenta de que la novela es tan tramposa como Teddy, el cabeza de familia, ya que percibimos como el escritor ha utilizado trucos, juegos de espejos y toda la imaginería posible durante la narración. 

Es La Extraordinaria Familia Telemacus una pérdida de tiempo? No, tampoco es eso. El planteamiento es interesante y cuenta con personajes atractivos, aunque se ve perjudicada por la falta de un sólido andamiaje que consiga vertebrarla adecuadamente, acusando una cierta falta de densidad, y al terminar la lectura uno no puede evitar pensar que 600 páginas son demasiadas para lo que ofrece. 


Daryl Gregory en la Wikipedia

Recomendación: 
Queda't a casa! Quédate en casa! Stay At Home! y lee.
Mientras escribía esta reseña he gozado con el magnífico A Primitive Trinitas de Iamnoone, el impactante Blue de Cerulean Veins así como rescaté del baúl del olvida la joya llamada Hulahop de Mercromina. 

miércoles, 19 de junio de 2019

ALBERT SANCHEZ PIÑOL - FUNGUS, Una crítica

No tengo ningún reparo que soy fan de Albert Sánchez Piñol. Su primera novela La Pell Freda (La Piel Fría) me gustó y sorprendió a partes iguales con la imaginativa trama que proponía, a pesar de cierto decaimiento en su parte central, y Pandora en el Congo, sencillamente me encantó, pasando a ser junto con Marc Pastor mis escritores preferidos de novela fantástica de proximidad, tanto espacial como temporalmente. Con tales antecedentes, cuando llegó a mis manos Fungus, la última novela del escritor barcelonés, rápidamente ocupó un lugar de privilegio en mi lista de espera. A pesar de mi predisposición también tengo que decir que tengo en casa Victus y VAE Victus, pero están acumulando polvo ya que las tan manidas “novelas históricas” que tanto triunfan últimamente me provocan una pereza insondable. 

1888, a un valle perdido de los Pirineos (cerca de Francia y no muy lejos de Andorra) llega un fugitivo, intento de revolucionario anarquista, llamado Ric-Ric, huyendo de la limpieza que se produce en Barcelona con motivo de la Exposición Universal. El tipo es un pobre diablo sin oficio, beneficio ni dinero por lo que le emplean como criado en una posada de alta montaña. Allí, entre contrabandistas, malos tratos del hostalero y mucho frío y nieve pasa sus días de manera monótona hasta que conoce y se enamora de la maestra del pueblo.

Un día volviendo borracho a la cueva en la que duerme, despierta sin darse cuenta a una seta gigante - un fungus- poseedora de unos poderes descomunales. Piensa; si despierto a uno puedo despertar a todos, y así empieza a hacerlo con todos las que encuentra hasta tener un ejército de seres tan descomunales y poderosos como desconocidos, entonces se le ocurre la brillante idea de adoctrinarles en los ideales anarquistas para instaurar una nueva sociedad, enfrentándose por ello a la guardia civil española y, posteriormente, al ejército francés. Conseguirá finalmente Ric-Ric cambiar el mundo al mando de su ejército de criaturas aberrantes o bien malogrará su fascinante descubrimiento?.

Fungus es otra incursión en el fantástico por parte de Albert Sánchez Piñol, algo que nos alegraba a priori. Acierta al relacionar la leyenda  montañesa de los menairons o minairons con los fungus que aparecen en el libro, aunque no sean exactamente lo mismo. El problema estriba en que las expectativas no se cumplen y la novela naufraga por diferentes motivos. Para empezar, el motivo del despertar de los hongos es tan inverosímil que hasta el autor le da vueltas varias veces durante la narración, como si quisiera terminar de convencer y convencerse. Que sí, de acuerdo, es fantástico, pero por qué Ric Ric logra hacerlo y en decenas o siglos nadie más lo consiguió?. Excalibur salió de la piedra por las cualidades de Arturo pero lo de Ric-Ric es más casualidad que cualidad. Y ya que le mencionamos, cabe decir que el nombre, Ric-Ric, es un clarísimo error de casting. Este nombre resta cualquier atisbo de seriedad a la trama. Parece evidente que ha faltado un punto de reflexión para algo tan importante como el nombre de uno de los protagonistas.

Pero no es solo eso, el comportamiento de los personajes es bastante errático; la chica de la novela pasa de aborrecer al personaje a ser su amante, los monstruos tan pronto dejan de obedecer como se quedan parados hasta recibir una orden. Por sus características no pueden llevar a cabo determinados comportamientos y, de repente, los realizan. Todo bastante incongruente y la reiteración de las explicaciones sobre las motivaciones en el comportamiento de los personajes solo provocan pesadez y dudas sobre estas mismas razones. Encima la subtrama ideológica de la novela se estructura en torno a la búsqueda del poder y se resuelve en unas pocas líneas, con una explicación que parece más un programa de un partido político creado artificiosamente con ínfulas de trascender o bien, una idílica conclusión después de una fumada colectiva en una comuna hippie en la Formentera de hace unas décadas. Por todo esto la lectura de las 356 páginas de la novela se convierte en un ejercicio árido y dificultoso. La fatigosa sensación de que la historia avanza en círculos se da en varias ocasiones, aunque cabe decir que al final, debido a las escenas de lucha descarnada, el ritmo mejora subiendo ligeramente el nivel. 

Fungus ha supuesto una decepción. La primera fricción importante con la obra de Albert Sánchez Piñol. Una lectura que deja una sensación de precipitación y, sobre todo, de historia fallida, que tenía un buen punto de partida pero con un desarrollo erróneo. Aunque tenemos claro que esto no nos impedirá seguir bien de cerca al autor, uno de los grandes de la novela fantástica de proximidad.


Albert Sánchez Piñol en la Wikipedia

Recomendación: 
Atreverse con novelas fantásticas actuales. Albert Sánchez Piñol, Marc Pastor, Ismael Martínez Biurrún. Podéis sugerirme alguno más.
Mientras escribía esta reseña escuché el apabullante Xeristar de Linda Guilala, el tan sorprendente como gratificante Vltra de Atención Tsunami y El Verano del Incendio de Luís Brea, un disco que sigue sonando fresco varias años después y con unas canciones demoledoras.

lunes, 5 de octubre de 2015

Jonas Jonasson- El abuelo que saltó por la venta y se largó



El abuelo que saltó por la ventana y se largó es el título de uno los libros de más éxito de los últimos años. Si tenemos en cuenta que fue el debut de un autor desconocido por estos lares, Jonas Jonasson, y que se publicó en editoriales relativamente pequeñas, Salamandra y La Campana –en castellano y catalán respectivamente-, su gran repercusión es aún mucho más meritoria.



Como por aquí somos un poco alérgicos al excesivo ruido ambiental que producen este tipo de fenómenos de ventas (comentario snob donde los haya pero cierto como la vida misma) hemos esperado un tiempo prudencial para leerlo. Casi 3 años después es un buen momento para hacerlo ya que se ha desvanecido toda la publicidad a su alrededor.



Su inicio lo conoce cualquiera que haya estado medianamente atento a los medios de comunicación en estos últimos años: En el día que cumple 100 años, Allan Karlsson se despierta en la residencia de ancianos donde vive. Cansado de estar encerrado, en lugar de prepararse para la fiesta que le espera, abre la ventana de su habitación, y desciende  por el emparrado hasta llegar al jardín y huir del lugar. Poco a poco, llega hasta la estación de autobuses y compra un billete con el poco dinero que tiene en la cartera. Mientras espera topa con un joven que arrastra una pesada maleta. Como el joven es un idiota malcarado, Allan aprovecha que el muchacho está en el lavabo para subir al autobús con su maletón sin saber que contiene millones de coronas suecas en su interior.



Al llegar a su destino –aunque sea elegido casi al azar- se hace amigo de Julius, el habitante de una cabaña cercana a la estación. Hasta su cabaña llega también el joven –siguiendo el rastro del abuelo y, especialmente, de su maleta robada-. Nuestro protagonista y su amigo consiguen deshacerse de él y emprenden una huída –para la que adquieren un coche con chófer, Benny- cargando con la maleta rebosante de dinero.



A partir de este momento, Allan y sus nuevos amigos siguen viajando, suman peripecias y nuevos conocidos a su grupo, mientras les persigue la banda de la que formaba parte el joven delincuente y también la policía que, en un alarde de inteligencia, cree que el abuelo ha sido secuestrado.



Mientras todos estos acontecimientos se suceden, Allan explica retazos de su tumultuosa vida: su juventud, la participación en la Guerra Civil Española, su relación con la operación Manhattan, la visita a la China de Mao, su amistad con Josef Stalin y su estancia en un campo de trabajo en Vladivostok, etcétera, etcétera, etcétera.



Y así, alternando capítulos entre el presente y la huida de nuestros protagonistas con la narración de la vida de Allan y su presencia en la mayoría de hechos históricos importantes del S. XX, transcurren rápidamente las páginas.



El autor, chico listo, consigue dotar a la trama de un tono ligero y un ritmo vertiginoso que engancha con facilidad a los lectores. Utiliza un punto de vista ligeramente irónico para narrar la acción que consigue abundantes sonrisas cómplices y más de una carcajada. Todo esto provoca que sea una lectura adictiva y además, mérito incuestionable, consigue que tanto Allan Karlsson como sus amigos caigan bien y que se les coja aprecio, por lo que la lectura avanza con fluidez manteniendo siempre la intriga para saber cómo se desarrollan las aventuras del grupo.

Todos estos méritos son los que han provocado que El abuelo que saltó por la ventana y se largó haya logrado convertirse en un best seller y haya sido tan regalado.



Pero, pero, pero, a pesar de reconocerle todos estos méritos en conjunto nos ha sabido a poco. El tono es tan ligero que más bien parece una novela juvenil -incluir alguna descripción no habría estado de más-. Los personajes están poco desarrollados y su comportamiento responde demasiado al azar. La narración de la vida de Allan Karlsson padece el síndrome Forrest Gump: el hecho de querer abarcar demasiadas cosas, de tener presencia protagonista en tantos episodios históricos importantes provoca cansancio en el lector que asiste con distanciamiento a la narración de los hechos.



La suma de estos elementos provoca que el interés por la historia se desmorone y llega un momento en que se desea que termine, siendo el resultado final del libro bastante irregular.




El abuelo que saltó por la ventana y se largó es un libro que tiene sus méritos y Jonas Jonasson demuestra que sabe tocar los resortes adecuados para conectar con el lector, aunque posiblemente guste más a un público no demasiado exigente.  



De todos modos, es preferible que se produzca un fenómeno de ventas con un libro como éste, que pretende divertir y cuenta con un cierto componente histórico didáctico, antes que con alguna otra trilogía repleta de vacuidad y amparada en unos argumentos pretendidamente escandalosos que no reflejan más que la tontería imperante en nuestra sociedad de consumo demandante de productos prefabricados y predeglutidos.



Jonas Jonasson en la Wikipedia
Jonas Jonasson

Recomendación: 
No eludir la lectura de best-sellers por el mero hecho de serlo. Te puedes perder cosas interesante y siempre queda la opción de ponerlos a caer de un burro.
Durante la escritura de esta reseña escuché el nuevo disco del gran John Grant, Grey Tickles, Black Pressure. El divertido Say Hello to the Kid de los injustamente desconocidos Jugoplástika, el decepcionante Maximum Entropy de Man Without Country y el tranquilísimo Daisies of the Galaxy de uno de nuestros ídolos, Eels.