En el mágico momento de elegir la próxima lectura, se me planteó un dilema: en tres días tenía que hacer un largo viaje en tren y bien es sabido, que en ellos se debe iniciar novela. Por tanto, tenía que elegir un libro ligero, que pudiese leer en tres ratos -antes del viaje- porque por espacio no iba a llevarme dos libros. Y no, no tengo Kindle ni cosas de esas (llamadme antiguo, lo soy, del mesozoico concretamente).
Oteando entre mis libros, di con uno que encajaba perfectamente con mis deseos: Absolutamente Heather de Matthew Weiner, “el debut literario del creador de Mad Men” como destacaba en la faja promocional del mismo. Esta frase y las críticas superlativas me hicieron desconfiar un poco pero sus escasas 150 páginas y un texto no demasiado denso, encajaban perfectamente con mi idea.
Mark y Karen Breakstone son un matrimonio de clase media alta. Viven en una buena zona de Manhattan, aunque ellos quisieran ser todavía más ricos y elitistas. Tienen una sola hija, Heather, que reúne todas las virtudes: inteligente, guapa, simpática, educada. Una chica talentosa que al entrar en la adolescencia está acostumbrada a ser el centro de atención, situación en la que ella se maneja con total comodidad.
Al realizar unas importantes obras en su edificio, los Breakstone quedan como únicos moradores del mismo ante la llegada de los obreros. Entre estos, un muchacho de aspecto inquietante se obsesiona con Heather y la espia para coincidir con ella siempre que puede. Mark, su padre, se da cuenta de la mirada turbia e insistente del muchacho y empieza a temer por la seguridad de su hija.
Tras esta esbozada sinopsis, Matthew Weiner deja caer algunos temas de lo más interesantes: desde la aparición de un elemento perturbador para la seguridad de los tuyos (y de tu mundo, en general) y de cómo serías capaz de reaccionar ante la amenaza, pasando por el reflejo de las diferencias de clase entre el matrimonio y la complicada vida del desconocido que solo conoce la miseria. También se refleja el como la hija es el centro del universo de sus padres y como al ir creciendo y tomar conciencia de su individualidad y de su poder, el eje del mundo de sus padres va virando ante sus cambios. Esto se ve reflejando especialmente en el personaje de Karen, su madre. Este último aspecto hace recordar por momentos, a la magnífica novela Stoner de John Williams (aunque Absolutamente Heather palidezca en la comparación).
Como he dicho más arriba, la novela tiene unas escasas 150 páginas. Si tenemos en cuenta el tamaño de la letra y el gran espacio entre párrafos, la duración del libro se reduce considerablemente. El estilo narrativo consiste en párrafos de pocas líneas sin apenas líneas de diálogo. El libro se lee con gran rapidez y su gran mérito consiste en que, por momentos, crea congoja en el lector gracias al uso del terror psicológico. El libro sugiere más que muestra, amenaza más que actúa. De todos modos, todo en el libro es muy superficial y muy prototípico. Adolece de poca profundidad, con cierto aspecto de esbozo con escaso desarrollo.
Lo mejor de Absolutamente Heather es que cumple su cometido: genera adicción y proporciona entretenimiento durante los tres ratos que dura. Por el contrario, a la historia le falta enjundia, los personajes son insípidos y responden a gastados clichés por lo que la novela está destinada a olvidarse tan facilmente como se ha leído. No deja de ser más que un chicle de fresa ácida con un bonito envoltorio que aprovecha la fama de su autor (por si alguien no lo sabe, Matthew Weiner es el creador de Mad Men).
Ante el contenido de la faja promocional con expresiones como impactante, soberbia, tour de foce y afilada como un estoque solo cabe decir que el aparato promocional crea monstruos. Exagerados se queda muy corto ante estos elogios.
RECOMENDACIÓN:
Mad Men, la serie.
Elegir libro para leer en el tren es un arte. Aunque también es verdad que casi cualquier libro leído en el tren mejora (en el vagón del silencio, eso sí).
ResponderEliminarEs uno de esos pequeños placeres minúsculos impagables. Por eso, a 3 días vista no quería un libro que no pudiese acabar antes.
EliminarDe hecho, creo que toda la intro no deja de ser un mcguffin. Lo realmente importante es destacar lo genial que es leer en el tren.
Un abrazo