jueves, 6 de junio de 2013

Tom Sharpe- Un Grande.




Esta mañana al poco de llegar al trabajo, se ha iluminado el móvil de repente -ventajas de tener uno de estos de moderno- y he visto la noticia: Tom Sharpe fallece a los 85 años y no, no he hecho minuto de silencio porque no era plan y además creo que al amigo Tom no le iban demasiado esas cosas, pero sí que me he puesto a pensar por un momento en la presencia de sus obras en mi vida.

Entré en el mundo sharpiano hace muchos, muchos años, concretamente en mi adolescencia. Uno de mis hermanos era socio de Círculo de Lectores y los primeros libros que recuerdo comprados a esta extinta forma de venta fueron: El Lobo Hombre de Boris Vian, Absolute Beginners de Colin McInnes y... Vicios Ancestrales de Tom Sharpe (vaya 3 maravillas, por cierto).

Así que no descubrí al inglés con la celebérrima Wilt sino con la anteriormente citada, que por cierto logró que me carcajease profusamente y de allí pues ya salté a Wilt y Tom Sharpe se convirtió en una referencia para mí de un tipo de literatura irónica, mordaz y con un punto –o muchos- de mala leche. Y le uní a Eduardo Mendoza, Arto Paasilinna y alguno más para formar parte de un grupo de autores humorísticos que pocas veces fallan (si alguien quiere sugerir nuevos socios para este club, acepto todas las sugerencias).

Uno se da cuenta de que un autor le ha calado cuando cada cierto tiempo tiene necesidad de leer una obra suya y así me ocurrió y fueron cayendo: Les Beques Boges, Reunión Tumultuosa, la saga Wilt, Exhibición Impúdica, etc etc.

Tom Sharpe se reía, aunque más bien podríamos decir que metía el dedo en el ojo al  establishment british más tradicional: las clases altas con todos sus vicios y tópicos, su reformado sistema educativo (lástima que no pusiera su dardo en el contrareformado sistema educativo español de ida y vuelta), sus universidades, la iglesia protestante, el sistema educativo y en general a toda la estupidez de la humanidad a la que podía dar cabida en sus libros.

Aunque el británico obtuvo un gran reconocimiento a nivel de público, para la crítica siempre estuvo uno o varios peldaños por debajo de los autores denominados serios. Ahora no recurriré al topicazo de hacer reír/ hacer llorar pero si escribir un texto largo sin ningún signo de puntuación ni diálogo tiene que ser difícil, conseguir un libro ágil, divertido, adictivo y que destile acidez e inteligencia no creo que tenga menos dificultad. Aprovecho la ocasión para decir que la película Wilt es una absoluta basura.
  
En mi caso, muchas veces me he sorprendido hablando y recomendando a este autor y cuando he dejado alguno de sus libros siempre ha sido un acierto seguro.

Quién no se ha reído al leer a Wilt intentando deshacerse de la muñeca hinchable? quién no ha tenido ganas de exterminar a su esposa Eva? quién no ha imaginado las caras y actitudes de sus alumnos? quién no ha perdido el respeto a la nobleza inglesa gracias a la lectura de cualquiera de sus obras?. 

Hoy ha muerto Tom Sharpe y nos ha dejado un poco huérfanos.

Creo que el mejor homenaje que le puedo hacer es tener preparado un libro suyo para leer. En la pole (repisa sobre el televisor) ya está preparado La Herencia de Wilt.

Gracias, maestro, por todos los buenos momentos que me ha hecho pasar y por los que vendrán.


2 comentarios:

  1. Tom Sharpe me encanta, así en presente. Porque su obra nos queda. Tienes razón cuando comentas que la crítica lo dejaba por debajo de otros autores, seguramente por cultivar el humor, aunque fuera desde la ironía y la crítica. La persona que estaba detrás también me parecía fascinante. A poco que te interesaras por su vida, descubrías que no había sido precisamente un camino de rosas ya desde la infancia con la familia que le tocó en suerte. Y, sin embargo, cultivaba ese peculiar tono irónico a lo Wilt en cualquiera de las entrevistas que podemos encontrarnos.
    Se ha ido uno de los grandes, supongo que con una copa en una mano y un puro en el bolsillo de la camisa.
    Besos

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    1. Creo que has dicho la palabra clave: fascinante. Comparto esa fascinación hacia él. Tanta mordacidad escondida bajo esa apariencia de bonachón después de una vida tan agitada.

      Un grande, repito.

      Besos.

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