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miércoles, 15 de agosto de 2018

SARA MESA- CUATRO POR CUATRO. Una crítica.

Creo que es una buena costumbre acompañar la compra de libros seguros, esos que tienes marcado en fluorescente, con alguno en edición de bolsillo de autores que todavía desconoces pero que quieres probar con ellos. Apuesta de bajo riesgo le podríamos llamar (a nivel monetario, claro está). Así, como acompañamiento, llegó a mis estantes Cuatro por cuatro -de Sara Mesa de quien había leído interesantes referencias- y una vez al lado de sus compañeros en Compactos de Anagrama ya solo cabía esperar el momento adecuado para leerlo. Momento que siempre acaba llegando.
Cuatro por cuatro sucede en un único escenario; un colegio elitista llamado Wybrany College, un internado exclusivo situado fuera de la ciudad, contando además con un bosque y un enorme cercado para lograr el aislamiento que quieren sus propietarios. Presume de seguir un selecto y eficiente modelo educativo y además cuenta con un programa de inserción de jóvenes becados (hijos de empleados o chicos muy inteligentes de clase social baja) que de otra manera no tendrían accesos a una educación privilegiada.

Su estructura consta de dos partes y un epílogo. En la primera parte se asiste al devenir del curso dando voz tanto a los alumnos de buena familia, como a los becados y a los directivos del centro. En la segunda, que sucede pocos años después de la primera, el protagonista principal es un inseguro profesor sustituto que llega al colegio una vez empezado el curso y va descubriendo poco a poco el funcionamiento del centro y las normas que marcan las relaciones entre alumnos, profesorado y cuadro directivo. Conforme pasan los días, descubre apesadumbrado que bajo la idílica postal educativa habita una implacable y corrosiva podredumbre que le hará plantearse su papel en el centro y su comportamiento.   

Para diferenciar ambas partes, la escritora utiliza estilos diferentes. En la primera parte usa capítulos muy cortos, de 3 o 4 páginas, narrando escenas muy concretas con diálogos y acción y como he plasmado anteriormente, con un planteamiento coral. En la segunda, en cambio, se vale del diario del profesor sustituto para detallar el día a día del centro. Entradas largas, llenas de dudas, miedos e incertidumbres. Conforme pasan los días y el profesor empieza a sospechar el verdadero funcionamiento del centro y la existencia de unas desconocidas reglas no escritas que se cumplen inflexiblemente, su escritura se vuelve taciturna y claustrofóbica como reflejo del sentimiento de asfixia y control creciente que experimenta.

El libro cuenta con grandes virtudes como su dinámica primera parte que genera adicción en el lector al sucederse los capítulos con gran rapidez. En un plano más metafórico, Cuatro por cuatro no deja de ser un espejo aumentado de nuestra sociedad en la que los trapos sucios del poderoso se lavan en casa bajo un manto de opacidad y aunque se utilice un bonito lema de integración, la realidad es totalmente diferente con una constante separación de clases e impermeabilidad entre ellas (a los alumnos becados se les llama especiales). Además de las citadas, destaca poderosamente la elaboradísima forma de escribir de Sara Mesa y el desarrollo de la trama; cada vez que alumbra algún paraje genera una nueva incertidumbre. El libro está lleno de zonas oscuras, de insinuaciones e interpretaciones. Como dice uno de sus personajes: “Todo lo que ocurre en el colich no pasa con palabras” con lo que consigue que el lector mantenga una atención constante para no despistarse. Por el contrario, su principal inconveniente es la duración y el tono apesadumbrado de la segunda mitad, en que la lectura se vuelve árida y fatigosa siendo excesivamente larga y provocando una cierta sensación de hastío que contrasta con la adicción que provoca la parte anterior. Cierto que es un tono buscado para reflejar el estado de ánimo del profesor conforme avanza la historia, y que recuerda a El país de las últimas cosas de Paul Auster, pero se le acaba yendo excesivamente la mano a la autora.

Cuatro por cuatro me ha parecido una buena historia sobre las relaciones de poder y la sumisión a ellas en el entorno de un exclusivo colegio privado, brillante por momentos, aunque acabe deshinchándose en su parte final. Y sobre todo, me ha permitido descubrir a una gran escritora, Sara Mesa, que valiente, demuestra no tener miedo a atreverse a mezclar diferentes estilos.

RECOMENDACIÓN:
Como he dicho anterioremente, profundizar en la obra de Sara Mesa en busca de más historias interesantes.

Durante la redacción de esta reseña he escuchado el oscuro Naturaleza Fractal de Antiguo Régimen, el hallazgo llamado Vietnam de los neozelandeses del mismo nombre y, en plan homenaje por su 30 aniversario, el maravilloso Surfer Rosa de los ya legendarios Pixies.

lunes, 8 de agosto de 2016

Miqui Otero- Rayos. Una crítica.


Tenía ganas de leer a Miqui Otero. Su actividad -codo con codo con el gran Kiko Amat- al frente del Primera Persona, sus artículos en El País (de lo poco destacable que queda en ese periódico), la creciente repercusión obtenida por su obra anterior La Cápsula del Tiempo y las bonitas ediciones que acostumbra a realizar Blackie Books me habían predispuesto a su favor. Por tanto, cuando en Sant Jordi vi la bonita portada de Rayos, su nueva novela, no dudé ni un momento en llevármela a casa.



Rayos nos explica la historia de Fidel Centella, un chico de 24 años, que trabaja como becario en un periódico barcelonés y posee un desconcertantemente pésimo sentido de la orientación (vamos, que se pierde a dos calles de su casa). Una noche, mientras sus padres están de vacaciones en su Galicia natal, se le cierra la puerta de casa con las llaves dentro y, entonces, no le queda más remedio que dar el paso. En zapatillas, calzoncillos, y una raída y a todas luces pequeña camiseta de Barcelona 92 (su hortera camiseta de la suerte) se encamina hacia el piso del Raval que comparten sus amigos del colegio, para instalarse en él y emanciparse de una vez por todas.



Sus amigos son sus rayos, su guía en la oscuridad, la referencia que encuentra al levantar la cabeza, metaforeados en las luces de Montjuic. El avispado Iu negociante aventajado, el conquistador Brais guía turístico tanto de exterior como de interior,  el artista taciturno Justo, que debe dedicarse a pintar con brocha gorda para mantenerse, convivirán con el apocado Fidel, siempre esperando a que los trenes paren delante de él, bajen la escalerilla y le obliguen a subirse a ellos antes de intentar cogerlos por él mismo. La convivencia dentro del ruinoso piso que comparten y sus experiencias compartidas pondrán a prueba los hilos que entretejen su sólida amistad.  



Rayos no pretende ser tanto un libro iniciático como el reflejo de la pérdida que comporta la asunción de responsabilidades de la vida adulta, ya sean laborales, sentimentales o de cualquier tipo. Durante el transcurrir de la historia, Fidel ve tambalearse los pilares que habían sustentado su existencia: sus padres, su amiga y confidente Bárbara e incluso sus inmutables Rayos.



Miqui Otero demuestra que es un gran contador de historias, por momentos recuerda a un Paul Auster en buena forma. Coge un hilo que puede parecer aleatorio, lo enfoca y lo desarrolla siguiendo su propio cauce alejado del río principal mientras el lector disfruta con su devenir. El único problema estriba en que estas enriquecedoras ramificaciones, en ocasiones, pueden llegar a distraer de la trama principal.



La narración avanza a buen ritmo, la trama gana interés durante la lectura y los personajes están bien trazados. Destaca especialmente Fidel, siempre indeciso y dubitativo y que, pobre, se pasa la novela naufragando entre 2 aguas: el refugio de la casa de sus padres y el abandono que supone el piso con sus amigos. El amor hacia Diana –la niña bien- y el platonismo hacia Bárbara –la chica salvaje-. El ambiente de semi pobreza de Tinet y sus flirteos con los lujos de la alta burguesía barcelonesa. Tanta ambivalencia socava el equilibrio de Fidel conduciéndole hacia el desastre.



El escritor utiliza la coartada de la historia de los chicos para mostrarnos una Barcelona  que todavía no se había entregado totalmente al turismo (Barcelona que ya no existe) mostrando casos de mobbing inmobiliario para lavar la cara de la ciudad –y especular logrando pingües beneficios-. Refleja mediante los padres de Fidel, gallegos, la inmigración llegada a la ciudad a finales de los 60 y primeros 70 (y que siempre han mantenido la añoranza de su tierra), contrapuesta con la reciente ola de emigración, en este caso extranjera, y que es un fenómeno imparable invadiendo las calles de la ciudad. El mismo fenómeno pero contemplado por todos de manera totalmente diferente. A través de las andanzas de Fidel, el autor plasma en la novela la diferencia de clases, tan claramente delimitada geográficamente por barrios en la capital catalana. Por todo esto, Rayos también es un agridulce canto de amor a la Barcelona del autor.



Rayos tiene una doble cara. La alegría de la juventud con su intensidad y ganas de vivir al límite y su reverso, los batacazos producidos por las primeras decepciones, las primeras traiciones, las primeras pérdidas. En este aspecto es donde acusamos falta de fuelle y contundencia. Las situaciones humorísticas no son hilarantes y a los momentos más tristes no acaban de conmover, les falta emoción, un plus de desgarro. Posiblemente porque Fidel sea un sosainas de mucho cuidado o porque la novela tiene posos autobiográficos y el autor haya sido cauto al contenerse para no exponerse demasiado, aunque esto último sea tan solo una hipótesis.



Como decía más arriba, me ha llamado mucho la atención la facilidad para contar historias de Miqui Otero, hecho éste que le convierte en un autor a seguir muy de cerca.


Página de Miqui Otero
Miqui Otero

Recomendación: 
Sus libros anteriores Hilo Musical y La Cápsula del Tiempo. Con algunos puntos en común la superior, por mayor acidez y descaro, Cuatro Amigos de David Trueba. 

Durante la escritura de esta reseña escuché el ninguneado y cada día mejor La Petite Mort de James, el sorprendente y fresco Chicharrón del grupo homónimo, el resultón Strange Little Birds de unos relanzados Garbage así como el maravilloso Forever Changes de Love.



miércoles, 25 de abril de 2012

COLLITA DE SANT JORDI 2012




AUTOREGALATS:

- LA LIBRERIA DE LAS NUEVAS OPORTUNIDADES- Anjali Banerjee.
- TANiA CON i 56.ª edición- Enrique Rubio.

REBUT COM REGAL:

- SUBMARÍ - Joe Dunthorne.
- DIARI D'HIVERN - Paul Auster.
- EL ABUELO QUE SALTO POR LA VENTANA Y SE LARGO - Jonas Jonasson.

UN AUTÈNTIC HONOR:
- PÀGINES AL VOL - Anna Maria Freixes i Badia. 
Signat i regalat per la pròpia autora.