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lunes, 8 de agosto de 2016

Miqui Otero- Rayos. Una crítica.


Tenía ganas de leer a Miqui Otero. Su actividad -codo con codo con el gran Kiko Amat- al frente del Primera Persona, sus artículos en El País (de lo poco destacable que queda en ese periódico), la creciente repercusión obtenida por su obra anterior La Cápsula del Tiempo y las bonitas ediciones que acostumbra a realizar Blackie Books me habían predispuesto a su favor. Por tanto, cuando en Sant Jordi vi la bonita portada de Rayos, su nueva novela, no dudé ni un momento en llevármela a casa.



Rayos nos explica la historia de Fidel Centella, un chico de 24 años, que trabaja como becario en un periódico barcelonés y posee un desconcertantemente pésimo sentido de la orientación (vamos, que se pierde a dos calles de su casa). Una noche, mientras sus padres están de vacaciones en su Galicia natal, se le cierra la puerta de casa con las llaves dentro y, entonces, no le queda más remedio que dar el paso. En zapatillas, calzoncillos, y una raída y a todas luces pequeña camiseta de Barcelona 92 (su hortera camiseta de la suerte) se encamina hacia el piso del Raval que comparten sus amigos del colegio, para instalarse en él y emanciparse de una vez por todas.



Sus amigos son sus rayos, su guía en la oscuridad, la referencia que encuentra al levantar la cabeza, metaforeados en las luces de Montjuic. El avispado Iu negociante aventajado, el conquistador Brais guía turístico tanto de exterior como de interior,  el artista taciturno Justo, que debe dedicarse a pintar con brocha gorda para mantenerse, convivirán con el apocado Fidel, siempre esperando a que los trenes paren delante de él, bajen la escalerilla y le obliguen a subirse a ellos antes de intentar cogerlos por él mismo. La convivencia dentro del ruinoso piso que comparten y sus experiencias compartidas pondrán a prueba los hilos que entretejen su sólida amistad.  



Rayos no pretende ser tanto un libro iniciático como el reflejo de la pérdida que comporta la asunción de responsabilidades de la vida adulta, ya sean laborales, sentimentales o de cualquier tipo. Durante el transcurrir de la historia, Fidel ve tambalearse los pilares que habían sustentado su existencia: sus padres, su amiga y confidente Bárbara e incluso sus inmutables Rayos.



Miqui Otero demuestra que es un gran contador de historias, por momentos recuerda a un Paul Auster en buena forma. Coge un hilo que puede parecer aleatorio, lo enfoca y lo desarrolla siguiendo su propio cauce alejado del río principal mientras el lector disfruta con su devenir. El único problema estriba en que estas enriquecedoras ramificaciones, en ocasiones, pueden llegar a distraer de la trama principal.



La narración avanza a buen ritmo, la trama gana interés durante la lectura y los personajes están bien trazados. Destaca especialmente Fidel, siempre indeciso y dubitativo y que, pobre, se pasa la novela naufragando entre 2 aguas: el refugio de la casa de sus padres y el abandono que supone el piso con sus amigos. El amor hacia Diana –la niña bien- y el platonismo hacia Bárbara –la chica salvaje-. El ambiente de semi pobreza de Tinet y sus flirteos con los lujos de la alta burguesía barcelonesa. Tanta ambivalencia socava el equilibrio de Fidel conduciéndole hacia el desastre.



El escritor utiliza la coartada de la historia de los chicos para mostrarnos una Barcelona  que todavía no se había entregado totalmente al turismo (Barcelona que ya no existe) mostrando casos de mobbing inmobiliario para lavar la cara de la ciudad –y especular logrando pingües beneficios-. Refleja mediante los padres de Fidel, gallegos, la inmigración llegada a la ciudad a finales de los 60 y primeros 70 (y que siempre han mantenido la añoranza de su tierra), contrapuesta con la reciente ola de emigración, en este caso extranjera, y que es un fenómeno imparable invadiendo las calles de la ciudad. El mismo fenómeno pero contemplado por todos de manera totalmente diferente. A través de las andanzas de Fidel, el autor plasma en la novela la diferencia de clases, tan claramente delimitada geográficamente por barrios en la capital catalana. Por todo esto, Rayos también es un agridulce canto de amor a la Barcelona del autor.



Rayos tiene una doble cara. La alegría de la juventud con su intensidad y ganas de vivir al límite y su reverso, los batacazos producidos por las primeras decepciones, las primeras traiciones, las primeras pérdidas. En este aspecto es donde acusamos falta de fuelle y contundencia. Las situaciones humorísticas no son hilarantes y a los momentos más tristes no acaban de conmover, les falta emoción, un plus de desgarro. Posiblemente porque Fidel sea un sosainas de mucho cuidado o porque la novela tiene posos autobiográficos y el autor haya sido cauto al contenerse para no exponerse demasiado, aunque esto último sea tan solo una hipótesis.



Como decía más arriba, me ha llamado mucho la atención la facilidad para contar historias de Miqui Otero, hecho éste que le convierte en un autor a seguir muy de cerca.


Página de Miqui Otero
Miqui Otero

Recomendación: 
Sus libros anteriores Hilo Musical y La Cápsula del Tiempo. Con algunos puntos en común la superior, por mayor acidez y descaro, Cuatro Amigos de David Trueba. 

Durante la escritura de esta reseña escuché el ninguneado y cada día mejor La Petite Mort de James, el sorprendente y fresco Chicharrón del grupo homónimo, el resultón Strange Little Birds de unos relanzados Garbage así como el maravilloso Forever Changes de Love.



domingo, 21 de junio de 2015

David Trueba- Blitz. Una crítica.


Reconozco que David Trueba es uno de mis escritores preferidos. Los tres libros que le he leído (todos los que ha publicado) Abierto toda la noche, Cuatro Amigos y Saber Perder me han parecido magníficos y no he dejado de recomendarlos insistentemente. Al enterarme durante la pasada primavera que publicaba nuevo libro, Blitz, me lo apunté para autoregalármelo por Sant Jordi, que el Día del Libro también sirve para satisfacer peticiones y caprichos propios. Teniendo en cuenta que Saber Perder se publicó en 2008 estaba ansioso por tener en mis manos una nueva novela de David Trueba. 
Blitz nos cuenta la historia de Beto Sanz, treintañero reciente, arquitecto paisajista que, junto con su novia Marta –que le ayuda en sus trabajos-, ha acudido a Munich a presentar un proyecto en un congreso mundial. A la mañana siguiente de aterrizar en la ciudad bávara, Beto recibe por error un mensaje de Marta, con el siguiente texto: “aún no le he dicho nada, me cuesta tanto. Uff, tq <3”. En consecuencia y con la verdad en la pantalla del móvil, la pareja se rompe y el orgullo de Beto decide no regresar a Madrid junto a la infiel y desleal Marta y quedarse, como un náufrago desamparado, en Munich.

¿Y a qué se dedica Berto en Munich en esos días oscuros? A lamentarse, llorar, deambular autocompadeciéndose, adoptar todos los tics del amante despechado, hundir su carrera profesional en el charco del ridículo absoluto e intimar profundamente con Helga (la sexagenaria voluntaria del Congreso que les había guiado la noche anterior). Redundando y resumiendo, Berto se convierte en un sujeto totalmente patético hasta que las palabras de Helga y su propia toma de conciencia de lo absurdo de su situación, le hacen regresar a su ciudad y emprender una nueva vida sin Marta a su lado.

Blitz es un libro corto, de apenas 166 páginas, aunque se me ha hecho muy largo. ¿Por qué? Porque en las primeras páginas ya conocemos la ruptura sentimental y durante el resto del libro nos encontramos con un personaje que bordea entre la estupidez absoluta y el gilipollismo recalcitrante. Si el gran asidero de la novela tenía que ser la historia de amor-deseo-fetichismo-bizarrismo con Helga, el autor no lo ha conseguido. Cierto es que ésta se desarrolla pero ni hay seducción, ni interés mutuo ni, de hecho, llegamos a creérnosla en ningún momento. Más bien se trata de un polvo vergonzoso o, mejor dicho, vergonzante a la mañana siguiente, aunque eso no sea impedimento para que repitan. Lo que sí me ha sorprendido ha sido la detallada descripción de las escenas sexuales entre Berto y Helga que realiza el escritor (¿será por influencia del éxito de 50 Sombras de Grey y que, hasta que pase la moda, tengamos que habituarnos a estas derivas en la historia que bien poco aportan?). Si el autor quería reflexionar sobre el inexorable paso del tiempo, reflejado en las abundantes referencias a relojes de arena, tampoco lo consigue a pesar de la diferencia de edad entre los protagonistas. 
 
David Trueba siempre había conseguido emocionar en sus novelas anteriores. Funambulista en el delicado equilibrio de la tragicomedia, alternando entre la carcajada, la sonrisa y el nudo en la garganta, en Blitz la poca fuerza de la historia llega a provocar indiferencia, sus personajes no generan ninguna empatía –ni tampoco compasión- y llega un momento en que poco nos importa lo que les pase, especialmente a Beto.
 
Todo lo anterior es una verdadera lástima porque nunca antes el escritor había escrito tan bien como en esta novela, siendo muy certero con el lenguaje y preciso en los detalles y descripciones. El inconveniente es que puede que adorne tanto su escritura porque realmente la historia y sus personajes tenían poco que ofrecer.
Blitz me ha decepcionado. Más que el relámpago del título, llama de cerilla que se extingue con rapidez. 

Otras Reseñas del Autor
ABIERTO TODA LA NOCHE 

David Trueba en la Wikipedia
David Trueba

Recomendación: 
A pesar del bajón de nivel de Blitz no perder la fe en David Trueba y leer toda su obra anterior, si todavía no lo habéis hecho.
Mientras escribía esta reseña he escuchado el curioso e hipnótico Home Economics de Prinzhorn Dance School (o como sonarían The XX si fuesen post punk), el arrollador Out of Body de The KVB y una de las referencias mod por excelencia, el magnífico In the City de The Jam.

sábado, 16 de agosto de 2014

David Trueba- Abierto Toda la Noche. Una crítica.


Compré este libro el pasado Sant Jordi al aberrante precio de 2 euros, en una parada con fines humanitarios  y regentada por una amiga. Además, para ayudarle a vender no dudamos en redecorarla (a la parada, no la amiga).

De David Trueba ya había leído la desternillante Cuatro Amigos y la deliciosamente amarga Saber Perder, obras posteriores a ésta Abierto toda la noche, primera novela -1995- del autor. Con lo que me habían gustado las anteriormente citadas, estaba con Arial 18 en mi lista de novelas a leer próximamente.

Abierto toda la noche nos presenta a una familia muy especial, los Belitre, que se encuentran en un momento de cambio ya que abandonan el modesto piso donde habitaban para trasladarse a un palacete que les ha caído en herencia. No a ellos, exactamente, sino a su excéntrica abuela Alma. La familia está compuesta por los padres y sus 6 hijos, todos varones y con características y aficiones muy marcados.

Estos 6 hijos son: Felisín, aficionado y, a veces, crítico de cine que acaba de casarse impulsivamente con Nicole –una francesa atractiva que se dedica a tomar el sol e ir de compras-. Basilio, feo, casi repulsivo y muy acomplejado por su físico nada favorecido. Nacho, todo lo contrario que Basilio: guapo, encantador y con enorme éxito entre las mujeres. Gaspar, volcánicamente romántico y que, siendo adolescente, ya sabe que solo puede ser escritor. Matías, que padece el Síndrome de Latimer (enfermedad psicótica inventada por el autor) por el que se cree que es otra persona y actúa como tal, en este caso su padre. El pequeño es Lucas, un niño punzante, hiperactivo y que no para de hablar en todo el día. Sus edades van desde los 28 años del mayor hasta los 9 del más pequeño.

A ellos les hemos de sumar a la abuela Alma, que hace ya tiempo decidió no salir de la cama y que sigue enviando cartas a sus amigas fallecidas. A su marido, el abuelo Abelardo, devoto convencido, cruzado antitabaco y poeta de poco alcance. Al doctor Tristán Bausán, psiquiatra de métodos discutibles que se instala en una tienda de campaña en el jardín de los Belitre para tratar de curar a Basilio. A Mayka, prostituta con corazón y pocas luces. A John y Paul, Testigos de Jehová que debaten de teología con el abuelo y a Sara, la cuidadora de la abuela y que revolucionará a la mayoría de los Belitre.

Estos son los personajes que pueblan el libro y conforman el ecosistema familiar con sus comportamientos y actitudes de cariño, rivalidad, autoridad, solidaridad, etc. En definitiva, sus relaciones tejen el entramado interno de la familia y el autor explota de manera desternillante las inmensas posibilidades que le proporciona una tan numerosa. Pero bajo esta superficie de trazo ligero flotan otros aspectos como pueden ser: el vacío de los padres de familia al sentir que se han volcado tanto en sus hijos que se han olvidado de ellos mismos, los efectos devastadores de una enfermedad mental en su interior, la actitud ante los primeros amores volcánicos en los adolescentes, la lucha contra el mundo del ser físicamente repugnante, la facilidad de convivir con el éxito del triunfador. Todo ello perfectamente encajado dentro de, como dice la solapa del libro, el único local abierto toda la noche, la familia. Aunque realmente esté abierto toda la vida si se consigue encauzar debidamente y si las circunstancias lo posibilitan, claro está.

Al leer la novela el autor consigue hacernos reír en muchas ocasiones con las desventuras y ridículos de los integrantes de la familia Belitre al trazarlos con unos comportamientos tan extremos, pero el gran mérito de David Trueba está en que a pesar de las risas, sus personajes tienen entidad propia y están muy definidos, logrando que el lector coja cariño a cada uno de ellos y aunque sea una obra tan claramente humorística, consigue emocionarnos hasta el punto de ponernos el corazón en la garganta cuando la trama lo provoca y al terminar el libro, nos despedimos de ellos con cierta añoranza.

Abierto toda la noche no será citada como una obra clave en la literatura contemporánea pero consigue hacernos reír y emocionarnos y creo que ese era el propósito de David Trueba al escribirla. Supongo que sería mucho profetizar que algunos de los comportamientos de los integrantes de la familia tienen una base real más o menos lejana, pero estoy casi seguro de ello. 

OTRAS RESEÑAS DEL AUTOR:

BLITZ

EL RÍO BAJA SUCIO 

QUERIDOS NIÑOS 

David Trueba en la Wikipedia
David Trueba

Recomendación: 
Óbviamente, sus libros posteriores Cuatro Amigos y Saber Perder.

Mientras escribía esta reseña he escuchado el monumental Carved in Sand de The Mission, el tratado de pop clásico y atemporal The Age of Understatement de The Last Shadow Puppets, el bonito y delicado Keep Walking or I'll Kill You de las australianas Agnes Kain y el carámelo pop de limón que es Sealed with a Kiss de los suecos Alpaca Sports.