Creo que es una buena costumbre acompañar la compra de libros seguros, esos que tienes marcado en fluorescente, con alguno en edición de bolsillo de autores que todavía desconoces pero que quieres probar con ellos. Apuesta de bajo riesgo le podríamos llamar (a nivel monetario, claro está). Así, como acompañamiento, llegó a mis estantes Cuatro por cuatro -de Sara Mesa de quien había leído interesantes referencias- y una vez al lado de sus compañeros en Compactos de Anagrama ya solo cabía esperar el momento adecuado para leerlo. Momento que siempre acaba llegando.
Cuatro por cuatro sucede en un único escenario; un colegio elitista llamado Wybrany College, un internado exclusivo situado fuera de la ciudad, contando además con un bosque y un enorme cercado para lograr el aislamiento que quieren sus propietarios. Presume de seguir un selecto y eficiente modelo educativo y además cuenta con un programa de inserción de jóvenes becados (hijos de empleados o chicos muy inteligentes de clase social baja) que de otra manera no tendrían accesos a una educación privilegiada.
Su estructura consta de dos partes y un epílogo. En la primera parte se asiste al devenir del curso dando voz tanto a los alumnos de buena familia, como a los becados y a los directivos del centro. En la segunda, que sucede pocos años después de la primera, el protagonista principal es un inseguro profesor sustituto que llega al colegio una vez empezado el curso y va descubriendo poco a poco el funcionamiento del centro y las normas que marcan las relaciones entre alumnos, profesorado y cuadro directivo. Conforme pasan los días, descubre apesadumbrado que bajo la idílica postal educativa habita una implacable y corrosiva podredumbre que le hará plantearse su papel en el centro y su comportamiento.
Para diferenciar ambas partes, la escritora utiliza estilos diferentes. En la primera parte usa capítulos muy cortos, de 3 o 4 páginas, narrando escenas muy concretas con diálogos y acción y como he plasmado anteriormente, con un planteamiento coral. En la segunda, en cambio, se vale del diario del profesor sustituto para detallar el día a día del centro. Entradas largas, llenas de dudas, miedos e incertidumbres. Conforme pasan los días y el profesor empieza a sospechar el verdadero funcionamiento del centro y la existencia de unas desconocidas reglas no escritas que se cumplen inflexiblemente, su escritura se vuelve taciturna y claustrofóbica como reflejo del sentimiento de asfixia y control creciente que experimenta.
El libro cuenta con grandes virtudes como su dinámica primera parte que genera adicción en el lector al sucederse los capítulos con gran rapidez. En un plano más metafórico, Cuatro por cuatro no deja de ser un espejo aumentado de nuestra sociedad en la que los trapos sucios del poderoso se lavan en casa bajo un manto de opacidad y aunque se utilice un bonito lema de integración, la realidad es totalmente diferente con una constante separación de clases e impermeabilidad entre ellas (a los alumnos becados se les llama especiales). Además de las citadas, destaca poderosamente la elaboradísima forma de escribir de Sara Mesa y el desarrollo de la trama; cada vez que alumbra algún paraje genera una nueva incertidumbre. El libro está lleno de zonas oscuras, de insinuaciones e interpretaciones. Como dice uno de sus personajes: “Todo lo que ocurre en el colich no pasa con palabras” con lo que consigue que el lector mantenga una atención constante para no despistarse. Por el contrario, su principal inconveniente es la duración y el tono apesadumbrado de la segunda mitad, en que la lectura se vuelve árida y fatigosa siendo excesivamente larga y provocando una cierta sensación de hastío que contrasta con la adicción que provoca la parte anterior. Cierto que es un tono buscado para reflejar el estado de ánimo del profesor conforme avanza la historia, y que recuerda a El país de las últimas cosas de Paul Auster, pero se le acaba yendo excesivamente la mano a la autora.
Durante la redacción de esta reseña he escuchado el oscuro Naturaleza Fractal de Antiguo Régimen, el hallazgo llamado Vietnam de los neozelandeses del mismo nombre y, en plan homenaje por su 30 aniversario, el maravilloso Surfer Rosa de los ya legendarios Pixies.
Cuatro por cuatro me ha parecido una buena historia sobre las relaciones de poder y la sumisión a ellas en el entorno de un exclusivo colegio privado, brillante por momentos, aunque acabe deshinchándose en su parte final. Y sobre todo, me ha permitido descubrir a una gran escritora, Sara Mesa, que valiente, demuestra no tener miedo a atreverse a mezclar diferentes estilos.
RECOMENDACIÓN:
Como he dicho anterioremente, profundizar en la obra de Sara Mesa en busca de más historias interesantes.
creo que solo he leído un título de esta mujer. Ya va siendo hora de repetir
ResponderEliminarBesos
Le tengo echado el ojo a algún título más de Sara Mesa y pronto caerá.
EliminarBesos