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sábado, 24 de julio de 2021

JOHN O'CONNELL - EL CLUB DE LECTURA DE DAVID BOWIE

Me gusta David Bowie. Mucho, de hecho. Reverencio alguno de sus discos aunque no soy un fan fatal y no me duelen prendas en reconocer que su etapa americana resulta bastante indigesta y que afirmarr que su “trilogía berlinesa” es lo máximo, es una expresión mucho más posturil que real. Aunque adore su música nunca me hubiese comprado un libro como El Club de Lectura de David Bowie, escrito por John O’Connell, ya que huele claramente a expolio de su nombre, pero, pero, pero, resulta que me lo regalaron y claro, la edición de Bookie Books es, como de costumbre, irresistible y no tardé demasiado en leerlo.

En marzo de 2013 se inauguró en Londres la exposición David Bowie Is en el Victoria & Albert Museum. Una exposición sobre la vida y obra del artista, que contaba con multitud de cuadros, trajes, letras manuscritas y otra serie de enseres que daban a conocer a la persona que había detrás del mito y a la vez lo retroalimentaban. La expo era itinerante y después de Londres se dirigió a Ontario, donde el mismo museo publicó la lista de los 100 libros que Bowie consideraba más importante e influyentes, aunque el puñetero no explicaba el por qué de su inclusión. Cabe decir que el Duque Blanco tenía fama de ser un gran lector y que incluso, durante muchos años le acompañó una biblioteca ambulante en la que se sumergía con cierta frecuencia y, por tanto, nos creemos la lista por más que haya manifestado en muchas ocasiones que no recuerda en absoluto ciertos periodos de su vida.

El título no engaña en absoluto; El Club de la Lectura de David Bowie es la enumeración de los 100 textos elegidos en pocos menos de 300 páginas, incluyendo introducción, bibliografía y agradecimientos. Esto nos da una media de 2,5 páginas por libro en los que intenta explicar el contexto y la sinopsis del libro, en muchos casos su desenlace (spoilereando de lo lindo) y la posible relación del libro con el artista inglés.

Por qué digo intenta? Como he mencionado antes, David Bowie no dijo por qué incluía estos libros por lo que es fácil imaginar a John O’Connell intentando clasificar motivaciones. A ver, qué le gustaba al artista o qué le caracterizaba?. Lo raro, lo oculto, la ciencia ficción, también tomó drogas, la cultura beat, los antitotalitarismos (pero si hizo el saludo nazi -bueno, eso da igual-), la vida, la historia, y los muchísimos referentes que un artista tan camaleónico pudo llegar a tener durante su carrera y su vida.

La enumeración empieza hábilmente con dos títulos tan prestigiosos y llamativos como La Naranja Mecánica y El Extranjero, pero cien es una cantidad muy elevada y sí, hay casos de clara concordancia, pero hay otros muchos en que vuelve a ser fácil ver al autor sudando para encajar sus hipótesis. Se nota claramente en el uso de expresiones como: puede que el hecho; es muy probable; todo ellos asuntos que le obsesionaban; sin duda le habría parecido; es fácil imaginar: habría leído; puede que también influyera; habría disfrutado con esta red de conexiones; etcétera… Como puede verse: mucho condicional, probabilidad y una cierta sensación de atropello y falta de fundamento. Realmente hacía falta querer justificar toda la centena? Rotundamente no y, de hecho, las reseñas en que no busca relacionar el texto con el cantante son las mejores ya que no las estropea con el deux et machina.

En tiempos de consumo rápido, de permanencia efímera, de buscar el mínimo esfuerzo para demostrar conocimientos, un libro que reseña 100 obras en menos de 300 páginas es todo un acierto y, además, te introduce en un mar de conocimiento sobre el creador de Ziggy Stardust. Evidentemente esta afirmación es irónica, pero que sea su intención real es la sensación que me deja la lectura de El Club de Lectura de David Bowie de John O'Connell. Un libro totalmente superfluo y que no aporta nada más que ser un catálogo de libros más o menos interesante que se aprovecha claramente del reclamo publicitario del nombre del cantante. 

David Bowie en la Wikipedia 

David Bowie

Recomendación: 
Recurrir frecuentemente a la obra del Duque Blanco. Se puede ser más obvio?.

Mientras escribía esta reseña he disfrutado y me he vuelto a sobrecoger con Blackstar, el testamento sonoro de Bowie. También me he deleitado con el novedoso e hipnótico Aspides de Índice de Inviernos así como con los guitarrazos de Moral Panic II, el novísimo EP de Nothing but Thieves.

sábado, 9 de mayo de 2020

A.J. FINN - LA MUJER EN LA VENTANA. Una crítica


Entre los libros que compré y me regalaron en el Sant Jordi de hace un par de años (éste lo aplazamos a julio) destacaba, por tocho y por comentarios grandilocuentes, La Mujer en la Ventana de A.J. Finn -pseudónimo del editor Dan Mallory-. Frases como homenaje a Hitchcock, thriller psicológico y/o sorprendente debut, no dejan de ser expresiones que llaman la atención y suman en el debe.

Aunque también tengo que decir que el titular “el best-seller que arrasa en Estados Unidos” provocó el inmediato aparque del libro en un estante. Por dos motivos. El primero; no me gusta leer un título con el soufflé hinchado (snob que es uno) y el segundo; la referencia a las preferencias de un país que ha elegido a semejante mentecato como presidente merecen poca credibilidad. 

Anna Fox es una psicóloga infantil que vive sola en una enorme casa en una zona residencial de Nueva York. No sale de casa porque sufre agorafobia. Pasa sus días viendo películas antiguas, conectada a Internet, bebiendo -demasiado para su medicación- y, sobre todo, espiando a sus vecinos.

Precisamente a la casa de enfrente se acaban de mudar unos nuevos vecinos; los Russell. A los pocos días de su llegada, Anna presencia o le parece presenciar un crimen en casa de sus nuevos vecinos. Llama a la policía, pero no solo no encuentran nada sospechoso, sino que incluso dudan de su palabra y su estado. Pero Anna está segura de lo que ha visto, aunque conforme pasan los días empieza a dudar.  Fue real lo que vio o tan solo una alucinación provocada por el alcohol, las pastillas y el aislamiento?.

Esta vendría a ser la sinopsis de la novela. Y sí, hemos de admitirlo, parece interesante. Si le sumamos claras referencias a Alfred Hitchcock, trastorno mental, películas antiguas, adicciones y el innegable encanto de lo decadente, todo apunta a que estamos ante un libro de lo más atractivo y que tenemos por delante casi 520 páginas de disfrute. Pues no, en absoluto. 
Por qué?. Claramente por su estilo. Nos encontramos con una historia que se desarrolla prácticamente en primera persona, con páginas y páginas de diálogo (incluso chats de Internet). Frases muy cortas y uso y abuso del punto y seguido para tratar de transmitir sensación de acción y reflejar el estado de ánimo de la protagonista. No es que sea un fan fatal de las descripciones floridas y recargadas pero es que creo que prácticamente no hay en todo el libro. Por no haber, no hay ni adjetivos. Ante tan poca enjundia, la editorial ha optado por una tipografía grande, con muchos espacios e incluso ocupando páginas con un solo párrafo. Lo mejor, de hecho, es que la lectura avanza a tota velocidad y eso puede confundirse con adicción, aunque no, cuando cierras el libro lo olvidas. Para acabar de rematar, la trama avanza a base de golpes de efecto para mantener el interés. No, no cuela y de thriller psicológico no tiene absolutamente nada. El libro es un horror? No, en absoluto, simplemente es que le falta cuerpo como narración. La Mujer en la Ventana es mucho más un guion cinematográfico que una novela. Creo que las intenciones de A.J. Finn están clarísimas: como novela voy a triunfar pero cuando me compren los derechos para adaptarla al cine, me forro. Es esto literatura?. Claro que sí, aunque particularmente a mí no me guste. También afirman algunos que Sálvame es televisión.

La Mujer en la Ventana de A.J. Finn me ha parecido un pasatiempo entretenido pero poco más y, tengo claro que, en breve, lo veremos anunciado como estreno cinematográfico.
Tras una búsqueda en Internet veo que la adaptación se estrena el 14 de mayo. La semana que viene, esto es puntería.


A.J. Finn en la Wikipedia

Recomendación: 
No hacer el tonto. En caso de duda, quédate en casa y lee.

Mientras escribía esta reseña he disfrutado del magnífico Blue Bell Knoll de los referenciales Cocteau Twins, del fascinante Te espero en casa de Marcos y Molduras (disco que ofrecer mucho más de lo que parece a primera escucha) y el divertidísimo Ensamble Cohetes de los fundamentales Airbag.

lunes, 27 de enero de 2020

SANDRINE DESTOMBES - EL DOBLE SECRET DE LA FAMÍLIA LESSAGE, EL DOBLE SECRETO DE LA FAMILIA LESSAGE. Una crítica


A pesar de llevar bien apuntadita la lista de títulos deseados, en la pasada Diada de Sant Jordi me quise dar el capricho de comprar algún ejemplar que me llamase la atención sin tener demasiadas, o ninguna, referencias de él. El elegido fue El Doble Secret de la Família Lessage de Sandrine Destombes, y el motivo principal fue la bonita portada en la edición de Rosa dels Vents así como su sugerente sinopsis. Sin saberlo me acabé llevando uno de los libros más vendidos de la jornada.

La acción de la novela arranca en septiembre de 1989. En un pequeño pueblo del sur de Francia desaparecen 2 hermanos gemelos de 11 años -Solène y Raphaël Lessage-. No se tienen noticias de ellos hasta que, poco más de 2 meses después, se halla el cuerpo sin vida de Solène, vestida totalmente de blanco y con una corona de flores en el cabello. La investigación prosigue para encontrar a Raphaël, pero la falta de noticias y resultados hace que el caso se acabe olvidando.

Casi 30 años después, en el mismo pueblo, la pesadilla reaparece; una niña de 11 años se ha esfumado sin dejar ningún rastro. Cuando a los pocos días desaparece otra menor, vuelve a la actualidad el caso anterior. Incluso Fábregas, el oficial de policía asignado pide ayuda al compañero que investigó sin resultado las anteriores desapariciones tres décadas atrás. Lograrán esta vez rescatar a las desaparecidas y encontrarán algún vínculo entre ambas series de desapariciones o son casos aparte?.

Este es el prometedor arranque de la novela. Varias desapariciones de menores en un pueblo pequeño y en diferentes momentos de tiempo. Lo cierto es que el planteamiento de thriller de intriga es magnífico y consigue atraer poderosamente al lector, que acompaña a los perseverantes investigadores en sus pesquisas, que toman como base el caso anterior y vuelven a analizar todas las circunstancias que hubo en su momento para tratar de encontrar vasos comunicantes que les den una solución para tratar de localizar a los niños desaparecidos. El hecho de que sean niños hace aumentar el interés del lector que devora las páginas con voracidad en busca de un final feliz al misterio. Este frenesí lector se ve beneficiado por una narrativa muy ligera que permite pasar las páginas con toda rapidez.

Y aquí es, precisamente, donde radica el gran hándicap de la novela: en su ligereza. Quien aborde su lectura como un rato de evasión o de distracción, le parecerá absorbente y magnífica. A quien quiera algo más, El Doble Secret de la Família Lessage le decepcionará.  

Le decepcionará ya que a pesar de que las fajas promocionales (malditas sean) destaquen su hondura psicológica, esta no se produce en ningún momento. Los personajes son terriblemente planos, no comprendemos sus motivaciones. Esto es especialmente flagrante en el caso de los investigadores, ya que aparecen y desaparecen por las páginas de la novela sin atisbar ningún vestigio de su vida privada. Además, conforme transcurren las páginas crece una sensación de que la escritora hace avanzar la narración a base de atajos. Cuando la investigación entra en un callejón sin salida, la autora fuerza una resolución del caso, que al menos en Urano, nos parece muy forzada y bastante cogida por los pelos. Esta resolución, de la que no alumbraré nada para no espoilear, choca frontalmente con uno de los pilares de la novela: la permeabilidad de los secretos dentro de las comunidades pequeñas, al contrario que en las grandes ciudades. Precisamente esta permeabilidad provoca la incoherencia de la resolución, desmoronándose por tanto como un castillo de naipes siendo incapaz de sustentar el sólido andamiaje del planteamiento. 

El Doble Secret de la Família Lessage, la novela que ha otorgado reconocimiento a su autora Sandrine Destombes, es una lectura que da en función de lo que le pidas. Si buscas una historia poderosa, adictiva, que proporciones unas horas de distracción y luego se olvide, este es tu libro. Si buscas algo más; unos personajes sólidos, un desarrollo coherente, un cierto reflejo de la sociedad actual o una historia sobre la que reflexionar, no pierdas el tiempo con ella, encontrarás otras más adecuadas.


Sandrine Destombes en la Wikipedia
Recomendación: 
Dejar el snobismo implícito de lado y probar, de vez en cuando, con los best sellers. Con alguno acertaremos. 
Mientras escribía esta reseña he disfrutado del delicioso jangle de Pastel Coast en su disco debut Hovercraft, también me he dejado llevar por el tan magnífico como desasosegante It's not enough anymore de M!R!M y he confirmado lo valioso que es Ceremony, el último tratado de synth wave de Twin Tribes.   

viernes, 16 de agosto de 2019

ALAN HOLLINGHURST - EL CASO SPARSHOLT

En la pasada Diada de Sant Jordi me regalaron El Caso Sparsholt de Alan Hollinghurst, libro que había ojeado con anterioridad y del que recordaba la imposibilidad de deletrear correctamente el apellido del escritor, así como el hecho de estar editado dentro de Panorama de Narrativas de Anagrama, siempre con títulos de buena literatura británica.

El libro se divide en cinco relatos. El primero de ellos se sitúa en 1940, durante el Blitz. A un college de Oxford llegan de manera provisional alumnos de otras facultades huyendo de los bombardeos. Uno de ellos, David Sparsholt, crea mucha expectación por su juventud, figura atlética y determinación, logrando introducirse en los círculos más bohemios e intelectuales del collegue, formado por jóvenes aspirantes a literatos y pintores.

El citado David Sparsholt es la figura vertebradora de los relatos, situándose en periodos temporales diferentes separados por unos, aproximadamente, quince-veinte años entre cada uno. En alguno de ellos el protagonista es el mismo Sparsholt, en otros el círculo de amistades que conoció en Oxford y sus progresos en las artes, en los últimos la presencia de su hijo -inicialmente aspirante a pintor- es la predominante, pero siempre con la magnética referencia de su padre presente en segundo plano.

Tras esta estructura dividida en diferentes relatos lo que realmente quiere mostrar el autor es la evolución de la homosexualidad en este período, ya que la mayoría de los personajes de El Caso Sparsholt son abiertamente homosexuales, y como la sociedad la acepta o la rechaza.

Y precisamente aquí, en lo que tendría que ser su principal atractivo, es donde la novela se desmorona claramente. El ambiente en el que se mueven los personajes es totalmente elitista: jóvenes de buena familia, bohemios, artistas consagrados. En lugar de sacar el bisturí y diseccionar la sociedad británica, el libro se limita a explicar como una serie de niños bien snobs culturetas se dedican a vivir su sexualidad sin salir de su burbuja. El único momento de cierta repercusión social, de ruptura del confort grupal, se da con el escándalo que titula la obra, pero tampoco se entra en demasiado detalle, quedando tan solo como una bruma lejana.

Mi impresión es que Hollinghurst desperdicia la oportunidad de analizar la evolución de la homosexualidad en la sociedad británica en los últimos setenta años (que es el período que recorren los relatos) y el cambio de percepción que se tiene sobre ella. Del estigma y la ocultación de los años cuarenta a la relativa normalidad (como tendría que ser) actual. En el único cambio en que se recrea el escritor, es en las formas de ligar en las discotecas gay, para lo que ocupa páginas y más páginas que aportan bien poco. Los personajes tienen poca hondura, se limitan a deambular por las historias sin incidir en las motivaciones de sus comportamientos y cayendo en muchos estereotipos.

A esta cierta sensación de falta de atrevimiento en su planteamiento le podemos sumar una narración más centrada en la anécdota y en la pulsión sexual de los personajes que en llevar la historia hacia algún sitio. Ante esto, El caso Sparholt, de Alan Hollinghurst, acaba convirtiéndose en poco más que un culebrón entre mullidas moquetas, obras de arte y sexo intempestivo.

En la contraportada se califica a la novela de ambiciosa, desde aquí pensamos que es absolutamente todo lo contrario. No perdáis el tiempo con ella.


Recomendación: 
Seguir buscando tesoros en Panorama de Narrativas, aunque de los últimos leídos solo salvo Serotonina. El próximo a asegurar con Irvine Welsh. 
Durante la redacción de esta reseña escuché el preciosista post-punk de los italianos Secret Sight y su disco Shared Loneliness, la oscuridad a golpe de bombo de Night Haze y su Love is Chaos y el atractivo Spectacle 1 de Push Buttom Press, todo ello muy post-punk.

viernes, 8 de septiembre de 2017

Will Self- Mi idea de la Diversión. Una crítica





Cuando estoy en casas ajenas siempre dedico una mirada a recorrer los libros a la vista. Como tenga un mínimo de confianza enseguida me pongo a dar la tabarra con ellos y pido una recomendación (por muy snob que uno sea, hay un mar de títulos y escritores que desconozco). Hace unos meses en casa de un familiar y ante la espléndida biblioteca que posee, estuver un buen rato deleitándome en su contemplación para terminar llevándome Mi idea de la diversión de Will Self. No tenía ninguna referencia sobre el libro pero palabras en su contraportada como divertidísima, malévola, comicidad feroz o humor muy negro me convencieron totalmente.



En una cena con sus amigos, tan burgueses como él, a Ian Wharton –triunfador ejecutivo treintañero- le preguntan sobre qué entiende por diversión. Ian, impertérrito, elude la cuestión y se pone a escuchar al resto de asistentes ya que no puede confesar en voz alta su perversa, depravada y enfermiza idea de la diversión. Tan repulsiva y cruel que su sola mención provocaría el desprecio de sus semejantes y, casi con total certeza, alguna denuncia que acabaría con sus huesos en una oscura mazmorra policial.
Pero Ian no fue siempre tan malévolo. Una vez fue un niño inocente. Tan inocente como retraído y solitario. Una madre siempre atareada y la ausencia de un padre fugado provocaron que Ian aceptara sin rechistar la presencia y guía de un tutor impuesto, el Sr. Broadhurst, un viejo amigo de la familia. Cuando a un muchacho joven e impresionable, autotorturado por poseer una prodigiosa capacidad eidética (habilidad comúnmente conocida como memoria fotográfica) le tutela un ser tan misterioso como descomunal, tan elegante como egoísta, tan excéntrico y excesivo como metódico, cualquier cosa puede enraizar en el cerebro del talentoso Ian, pudiendo convertir la brújula de sus enseñanzas en una peligrosa deriva que le lleve a despreciar totalmente a sus semejantes.



Y sí, yo también creo que la sinopsis promete y si además, le añadimos un sustrato de humor cáustico soterrado entonces las expectativas de lectura disfrutable se disparan exponencialmente. Pero no, y siento mucho pinchar el globo, en absoluto cumple lo prometido. El libro se divide en dos partes: la infancia-adolescencia de Ian y su edad adulta. En la primera, reflejo de la admiración del chico por su tutor y como su influencia va calando en él, tiene un estilo perezoso y tedioso plasmando la misma afición al pleonasmo en la escritura que el Sr. Broadhurst en su lenguaje y explicaciones. Párrafos con abundantes símiles y metáforas, un vocabulario barroco y rebuscado no consiguen más que cansar al lector, sobrevolando una permanente sensación de que la historia no lleva a ninguna parte. La segunda parte es un delirio constante, una incursión permanente en el absurdo, un absurdo tan excesivo como poco esclarecedor y, por tanto, innecesario. Las páginas transcurren en un insulso y disparatado limbo cotidiano, hasta que llega un momento en que el autor decide acabar la historia y, en unas pocas hojas, abre una puerta mágica que alumbra a Ian las claves de su comportamiento, provocándole una revelación, una aceptación que le permiten llegar tan pancho al final del libro. Con la salvedad de que esta revelación guarda poca coherencia con lo leído en las casi trescientas páginas anteriores.



Recargada tendencia al ornamento superfluo, escaso interés de la acción, historias paralelas insustanciales. El uso de estas expresiones dan una idea de la aridez de su lectura con el consiguiente desinterés hacia el devenir de Ian. Ante esto, por qué no dejé el libro? Primero por cabezota (mi inmensa fe en un giro prodigioso que no se producirá) y luego, porque reconozco que a partir de la página cien recurrí a la lectura en diagonal, hecho éste que me ayudó decididamente a llegar al final. Asumo que muy posiblemente sea culpa mía y no haya entendido absolutamente nada, ni mucho menos haya detectado las claves ocultas que deben poblar la narración para convertir la lectura en interesante y, ya no digamos, en cáustica, divertida y gratificante.



En este páramo creo que es necesario mencionar la ingente labor de traducción llevada a cabo por Cecilia Cerani y Txaro Santoro para trasladar el recargado universo de Will Self al castellano. Creo que no puedo destacar nada más salvo que acabó pareciéndome una total pérdida de tiempo. O siendo más elegante, digamos que la historia surgida de la imaginación del autor no tiene nada que ver con Mi idea de la diversión.


Will Self en la Wikipedia

Recomendación: 
Más que una recomendación, una orden: devolver siempre los libros prestados.

Mientras escribía esta reseña he escuchado el refrescante Watercourse de Sea Pinks, el decepcionante Everything now de Arcade Fire así como el contundente How did we get so dark de Royal Blood, sin dudar una de las mejores bandas de la actualidad.

sábado, 6 de mayo de 2017

Los Planetas - Zona Temporalmente Autónoma. Una crítica





La noticia se confirma, nuevo disco de Los Planetas, el grupo referencial del pop-rock indie español. Siete años después de su último larga duración, el flojo Una Ópera Egipcia, y con el único interludio del EP Dobles Fatigas en 2015, entregan por fin su nuevo trabajo, Zona Temporalmente Autónoma. El título hace referencia a los escritos del ensayista Hakim Bey sobre sociopolítica post izquierdista y anarquista.


Por si no fuera poca noticia el nuevo trabajo, el hecho de venir precedida por la publicación de un split conjunto con Yung Beef, uno de los más importantes cantantes trap, así como las pretenciosas y autojustificativas declaraciones del grupo en las entrevistas promocionales, en las que afirman que toda la música popular bebe de palos del flamenco como el rock o el hip-hop, todavía le han dado más notoriedad.


El disco se abre con Islamabad, que es la canción que formaba parte del split citado, y que es una relectura del tema ‘Ready Pa Morir’ de Yung Beef. Consiguen llevar la canción a su terreno regalando una magnífica letra que incluye la estrofa final del tema original, aunque la forma de cantar de J –adoptando patrones trap- ofrece un resultado, como poco, dudoso. Continúa con un triunvirato de insulsas y desalentadoras canciones –Una cruz a cuestas, Soleá y Seguiriya de los 107 faunos- que reinciden en patrones presentes en sus últimos discos: mezcla de inspiración flamenca, psicodelia y space rock, temas atmosféricos, de texturas tan densas y ampulosas como anodinas, tan ralentizados que consiguen hacerse largos y que se confundan entre ellos y sean perfectamente intercambiables con otros de sus dos discos anteriores y nadie se de cuenta. Debemos mencionar la previsible colaboración de Soleá Morente en Una cruz a cuestas que no aporta nada destacable. 


Hierro y Niquel logra rescatarnos del aburrimiento con una base de pop clásico trenzada por un buen bajo y unas bonitas guitarras cruzadas sobre la que J canta inteligiblemente. Con un poco más de fuerza sería una gran canción. A continuación llega Porque me lo digas tu, un tema que es una contradicción: excelente a nivel instrumental en el mejor tono lastimero y melancólico de los granadinos pero lastrado por una letra de nivel de primero de ESO, con ripios sencillamente ridículos (puedes irte con Fernando, puedes ir con José Luís, te puedes ir con Mario, que tú a quién quieres es a mi) y que se balancea peligrosamente entre el amor incondicional y el acoso. De todos modos el disco ya ha tomado una cariz esperanzador que continúa con Libertad para el Solitario, bonito tema en el que destaca el muy cuidado trabajo a las guitarras. El siguiente tema, Gitana, tuerce el rumbo al reincidir en el indigesto space-rock del triunvirato mencionado anteriormente. Seis minutos de chicle desaborido que podría ser tanto cuatro como catorce porque al llegar al final hace rato que el oyente ha desconectado.


Pero no perdamos la esperanza, que el siguiente bloque es el mejor del disco: Ijtihad es un buen tema de power-pop en el que resulta imposible no recordar a The Pixies, tanto instrumentalmente como por la referencia en la letra hacia Isla de Encanta de los bostonianos. Una muy efectiva canción que da paso a Espíritu Olímpico, el mejor tema del disco, claro homenaje a The Cure en un tema delicioso que empieza siendo In Between Days para acabar convirtiéndose en un calco de Friday I’m in love de los de Crawley. En este caso, la colaboración de La Bien Querida ayuda a redondear la canción. El festival pop continúa con la canción que da título al disco, Zona Temporalmente Autónoma; una preciosa canción de amor cotidiano, de la que como mejor cumplido puede decirse que encajaría sin estridencias en su excelente Unidad de Desplazamiento. Amanecer levanta un muro de guitarras para adentrarse en un accesible shoegaze sobre el que J desgrana otra preciosa letra sobre el hecho de estar enamorado.  


Y si el disco terminase en este momento, hablaríamos de un buen disco con momentos prescindibles pero en un alarde de incontinencia siguen con dos temas más: Hay una estrella, un acústico que parece un intento de repetir Un Paseo por el Parque pero peca de monotonía reiterativa. Para terminar se reservan Guitarra Roja, que es una reinterpretación de una guajira libertaria de los años veinte (tirando de Wikipedia, guajira: género derivado del punto cubano que fue adoptado por el flamenco como palo), hasta aquí muy bien pero cerrar el disco con un tema de 10 minutos es una temeridad. Si encima es lineal y repetitiva, solo consigue que se haga interminable provocando una inmensa pereza para futuras escuchas. No es precisamente una nueva La Copa de Europa sino que está destinada a ser una pista ser evitada por el oyente, por no hablar de su letra que nada entre la ingenuidad y el panfleto. 


Los Planetas después de su muy flojo Los Planetas contra la ley de la gravedad (2004) se hallaron en un callejón sin salida ante el agotamiento de su fórmula de éxito. Entonces, inspirados por el excelso Omega de Enrique Morente y Lagartija Nick, quisieron lograr un doble objetivo: iniciar una huida hacia delante y homenajear al maestro, y lo consiguieron en La Leyenda del Espacio (2007). Un buen disco –aunque inferior a Omega- que combinó inspirados temas pop-rock planetarios con coplas que tomaron como base palos flamencos y funcionó, compensando sus momentos álgidos las carencias que tenían. El problema radica en que los granadinos se obcecaron en esta vía y su siguiente disco, Una Ópera Egipcia, con preponderancia de temas “flamencos” fue una castaña a nivel similar al EP Nuevas Fatigas con solo una canción destacable. Desde entonces Los Planetas viven con esta dualidad incluso en sus conciertos: una primera mitad dedicada a su vertiente flamenca en que encadenan temas largos, densos y bastante semejantes entre ellos y una segunda en la que tiran de repertorio pop-rock grandes éxitos, reventando el show y compensando el aburrimiento anterior.


Y qué tiene esto que ver con el nuevo disco Zona Temporalmente Autónoma? Pues que encontramos a Los Planetas reincidiendo en el mismo punto y para dar cabida a esta dualidad presentan un disco desmesuradamente largo, 65 minutos, en el que la mitad de los temas no están a la altura. El disco está claramente descompensado. Emerge hacia su mitad, destacando en los temas pop-rock, especialmente en la secuencia que lleva de Ijtihad hasta Amanecer, pero se ve lastrado por la presencia de minas en forma de canciones. Un poco de autoexigencia traducido en tijera, en poda, se antoja imprescindible. Si se hubiesen suprimido algunas de las canciones que conjugan flamenco y psicodelia y los dos superfluos temas finales, un auténtico Tourmalet, el disco ganaría muchísimos enteros. Además resulta bastante incomprensible que dejen fuera Voy a por Tabaco, cara B del single, cuando es bastante mejor que muchas de las que lo conforman. Puestos a pedir, decirle a J que se deje llevar. Ahora que ha aprendido a cantar parece que se retenga y adopta una cadencia encorsetada. Solo se acelera en Espíritu Olímpico e Ijtihad y resultan ser las canciones más disfrutables. 


A pesar de nuestras palabras, Zona Temporalmente Autónoma es una buena noticia porque sube el nivel de sus últimos trabajos y Los Planetas siguen siendo el grupo más importante e intocable del indie  patrio, amparado por multinacional, con lo que cualquier lanzamiento que realicen seguirá siendo una obra maestra incuestionable y tendrá una fiel legión de seguidores.

ESPÍRITU OLÍMPICO



 ISLAMABAD

HIERRO Y NIQUEL

ZONA TEMPORALMENTE AUTÓNOMA en Spoti


sábado, 5 de noviembre de 2016

Warpaint- Heads Up. Una crítica.



Hace un par de meses las californianas Warpaint presentaban su tercer disco, Heads Up. Nuevo trabajo que supone un reto para el grupo después de que los anteriores The Fool y, especialmente, el homónimo Warpaint, no lograsen confirmar las expectativas generadas por su primer lanzamiento, el EP de 2008 Exquisite Corpse. Reto consistente en saber si son capaces de dar un paso adelante y afirmar el rumbo de su carrera o bien, continuar inmersas en el tono bajo de sus anteriores publicaciones.


En Heads Up, a pesar del cambio de productor –en esta ocasión Jake Bercovici-, continuamos encontrando los patrones característicos del sonido Warpaint. Dream pop con incursiones en el trip-hop gracias al uso de beats y algunas bases. Destaca sobremanera el trabajo de su excelente batería, Stella Mozgawa, omnipresente en todo el disco, bien secundada por la bajista Jenny Lee Lindberg que junto con, en varios temas, una sutil base electrónica actúan como colchón para los continuos juegos de armonías vocales que desarrollan tanto Emily Kokal como Theresa Wayman, cantantes y guitarristas ambas. Precisamente el protagonismo de las vocalistas sobre la instrumentación es lo que provoca el gran problema del disco y de la banda, la monotonía.


Lo mejor del disco está en su trío de canciones iniciales, WhiteOut con su atractiva línea de bajo, By your Side con una batería muy efectiva y, especialmente, New Song, la mejor canción del disco con gran diferencia, un pegadizo tema claramente orientado a la pista de baile gracias a su pegadiza base.


A partir de aquí, el barco va a la deriva y se hunde sin remisión. Las canciones se van sucediendo y todo suena muy bonito, nítido y elegante, en su sitio, perfectamente ejecutado, pero sin ningún atisbo de emoción, tan solo languidez y etéreos juegos vocales que no logran traspasar ni transmitir nada. Aunque podemos encontrar destellos puntuales (alguna línea de bajo, una batería creativa), tanto orden, falta de espontaneidad y supeditación a la insulsa interpretación vocal tan solo provoca linealidad, repetición y aburrimiento. Además, la extensa duración de Heads Up, 51 minutos, no ayuda en absoluto a aliviar esta sensación.


Tercer disco de las californianas y, al igual que pasaba con sus discos anteriores, tan solo recordaremos por una canción: New Song (al igual que Love is to Die en el anterior y Undertow en el inicial). Demasiado esfuerzo del oyente para tan poca recompensa. De seguir esta progresión, con un par de trabajos más, Warpaint conseguirán tener un buen recopilatorio con una excelente cara A.


Heads Up no supera el reto y provoca otra nueva decepción, la tercera ya. Dudamos que contente a nadie que no sea fan del grupo e incluso que se escuche más allá de la fantástica New Song. Con el transcurrir del tiempo, Warpaint se está trabajando un dudoso status de grupo de música arty para posturiles de red social.

NEW SONG

WHITEOUT

HEADS UP EN SPOTI


viernes, 25 de septiembre de 2015

Muse- Drones. Una crítica.


La escucha de los últimos discos de Muse es como ver jugar a tu jugador preferido en el máximo rival. Las críticas hacia él van a ser implacables y si encima, el Figo de turno provoca, no puedes ni quieres evitar cebarte en él. Un poco como pasó con The Resistance y The 2nd Law.



De todas maneras, el hecho de que Muse anunciaran que con Drones volverían a sus raíces despojándose de parte del ropaje electrónico que llenaba el deplorable The 2nd Law provoca que su último trabajo fuese un disco muy esperado y estuviésemos expectantes a su publicación. Después de unas cuantas escuchas vamos a desmenuzarlo tema a tema.



DEAD INSIDE: El inicio de esta canción ciertamente recuerda a discos pretéritos de Muse. Buena guitarra, gran batería marcando el ritmo, hasta que en poco tiempo decae. La canción no es más que un calco de muchas de ellas, faltándole fuerza e interés y, además, Matt se empeña en creer que son U2 y aburre con su manera de cantar.



(DRILL SERGEANT): Interludio inspirado en el original de la película Full Metal Jacket que se utiliza como excusa para llenar de gritos la siguiente canción.



PSYCHO: Primer single. Guitarras y guitarras que recuerdan a Deep Purple o a los Marilyn Manson más hard-rock. Muse intentando apabullar al oyente con riffs poderosos de guitarra y pesadas baterías.  El tema se defiende bien hasta llegar a los samplers plagados de gritos del Drill Sergeant y sus soldaditos que logran arruinar la canción si es que el repetido “Your ass belongs to me now” no lo había hecho ya. Bajísimo nivel en la letra que tira de slogan efectista para captar nuevos adeptos.



MERCY: Eliminan pirotecnia, reducen intensidad, ahorran gritos y efectos innecesarios, consiguiendo una buena canción. En este caso, menos es más.



REAPERS: Después de Mercy nos quedamos de piedra con el inicio de Reapers, ya que pinta a gran tema. El grupo debió darse cuenta de que lo podía ser y a partir del minuto 2 empiezan a destrozarla: épica desmedida, falsete particularmente molesto de Matt, tedioso solo de guitarra de casi un minuto y estériles guitarrazos alargados y repetitivos.



THE HANDLER: Efectos en la voz y buenos teclados, guitarras efectivas y contundentes. Un tema normalito en la carrera de Muse pero entre medio de tanta pompa es de lo mejorcito del disco.



(JFK): Otro interludio marcando postura. En un disco con clara conciencia política no podía faltar el asesinado presidente americano.



DEFECTOR: El tema más Queen del disco. Los chillones coros son, sencillamente,  insoportables.



REVOLT: Esta canción contiene el mejor estribillo del disco y nada más. Por tanto, se limitan a repetirlo hasta arruinarlo y provocar que el oyente termine odiándolo.



AFTERMATH: Decir que recuerda Brothers in Arms de Dire Straits lo dice todo. En algunas críticas han destacado esta canción aunque lo único que destaca es el bostezo que produce. Matt Bellamy meets Bono. Empieza a ser preocupante tanta reiteración en este punto de encuentro.



THE GLOBALIST: 10 minutos de canción compuesto por: 1:30 de silbidos, 1 minuto de solo de guitarra,  Matt Bono en un medio tiempo un par de minutos, a mitad de canción empiezan a atronar riffs de guitarreras convirtiéndose en un pesado grupo de metal, 3 minutos después se convierte en una nana grandilocuente hasta el final de la canción. Esta extraña mezcla inane, inocua y larguísima no funciona en absoluto. Escuchar esta canción es desperdiciar 10 minutos de vida.



DRONES: Para terminar tienen la genial idea de hacer un tema a capella. Ridículo, pero como hace un cuarto de hora que he desconectado ya ni me importa.



La deriva político-conspiranoica que han tomado las letras de Muse –en Drones bordeando el ridículo frecuentemente- provoca que cada vez recuerden más a U2 y al tedio insondable que producen los discos de los irlandeses desde el siglo pasado. Como Matt Bellamy y los suyo son chicos listos, han decidido combatirlo a base de épica, pirotecnia y contundencia, llenando todas las canciones de metaleros riffs de guitarra, falsetes, coros imposibles reminiscencia de Queen y gritos, muchos gritos. Todo ello metido en unos temas que se alargan excesivamente para dar cabida a estribillos que se repiten con frecuencia para poder destacar dentro de canciones excesivamente saturadas dando como resultado un batiburrillo ampuloso e indigerible, provocando que Drones sea un disco excesivo, pesado e incluso molesto. Buena muestra de lo flojo que es el disco es que canciones como Mercy y The Handler se convierten en lo mejor del disco, cuando en discos anteriores serían temas que no destacarían en absoluto.



Tercera castaña consecutiva perpetrada por Muse que provoca que otra legión de antiguos seguidores se quede por el camino y lo que es peor, hayan agotado casi íntegramente su crédito.
PSYCHO

DEAD INSIDE

MERCY

Drones en Spoti